ESPIRITUALIDAD

Índice:
- La orden de la Merced
- Virgen de la Merced
- San Pedro Nolasco
- La Basílica de la Merced
- Barcelona y la Merced
- Archivo histórico de la Basílica
- Espiritualidad mercedaria
- Santos y Beatos mercedarios
- Fiestas mercedarias
- Leyendas mercedarias
- Quiero ser mercedario
- Família mercedaria



La orden de la Merced


La Orden de la Merced fue fundada en el año 1218 por San Pedro Nolasco, en Barcelona, contando con la aprobación de Jaime I, entonces todavía niño, y el obispo de Barcelona Berenguer de Palou. Su fundación tuvo lugar en la catedral de la Ciudad Condal y obtuvo su aprobación canónica el 17 de enero de 1235, por el Papa Gregorio IX. 

Aunque la Orden de la Merced nace en una época en la que con el crecimiento de las ciudades, el comercio y los gremios, comienzan a aparecer las órdenes mendicantes (como los franciscanos y dominicos) tuvo en sus orígenes rasgos de las órdenes militares de la época, llegando a existir mercedarios armados que se encargaban de custodiar y defender las expediciones mercedarias constituidas para redimir cristianos cautivos. Los militares mercedarios también colaboraron en la reconquista. Fue en 1327 cuando la Orden de la Merced perdió ese carácter militar inicial pasando a ser una Orden exclusivamente religiosa, de hermanos cooperadores y sacerdotes. 



La Orden de la Merced nació para dedicarse a la redención de los cristianos cautivos. San Pedro Nolasco fue prior de la Limosna para los cautivos en el Hospital de Santa Eulalia, situado al lado mismo de la catedral. En dicho Hospital, fundado en el s. X por el Conde de Barcelona y que desde siempre contó con la protección real, se atendía a los pobres, se cuidaba a los enfermos, se alimentaba a los famélicos y también se recogían limosnas para rescatar a los cristianos en poder de los musulmanes, ya sea por ser prisioneros de guerra o secuestrados en actos de piratería marítima o terrestre (razzias nocturnas). Estos cristianos eran trasladados a territorio musulmán para trabajar como esclavos en condiciones muy duras. Muchos morían o intentaban mejorar en algo sus condiciones de vida abjurando de su fe cristiana y pasando a ser musulmanes de segunda fila, no dejando nunca de recibir el desprecio de sus captores. 

Gracias a las relaciones comerciales, que nunca dejaron de existir, se pedía precio por ellos a cambio de su libertad, y este mensaje era recibido por las familias de los mismos que muchas veces no tenían el dinero para el rescate o, de tenerlo, se endeudaban para traer a casa a sus seres queridos. Existían incluso unos comerciantes llamados “exeas” o “alfaqueques” que hacían de intermediarios para tales fines. 

Esta realidad explica el por qué se recibían limosnas y herencias para destinarlas a la redención de los cautivos, y el Hospital de Santa Eulalia organizaba con ellas redenciones. Es por eso mismo que en 1203 ya tenemos a Pedro Nolasco rescatando a más de 300 cautivos en Valencia en su calidad de Prior del Hospital, antes incluso de la fundación de la Orden de la Merced que tuvo en el Hospital de Santa Eulalia su embrión, de tal manera que el primer nombre que recibieron los seguidores de Nolasco tras la fundación de la Orden fue el de Orden de Santa Eulalia. Sería más tarde cuando se identificó a estos frailes con lo que hacían: “merced”, pues en el lenguaje de la época “hacer merced” era sinónimo de rescatar cautivos. A mediados del s. XIII ya se conocía a estos frailes como los frailes de la Merced o de María de la Merced. De ahí a ser denominados “mercedarios” ya había poco trecho… 

El emblema que caracterizará a los mercedarios es su célebre escudo, que se divide en dos partes: la superior con el emblema de la catedral de Barcelona: cruz blanca (o plata) en fondo rojo; y en la parte inferior el escudo de la Corona de Aragón, con sus franjas verticales doradas y rojas, y la corona real rematando la parte superior de toda la insignia. El escudo figurará en el blanco hábito de los frailes mercedarios y se hará patente en sus iglesias y conventos. 

Las últimas redenciones tuvieron lugar a finales del s. XVIII. Se calcula que el número total que personas redimidas por los frailes de la Merced desde su fundación alcanzó los 80.000 liberados. 



La Orden de la Merced también tuvo un papel muy importante en la evangelización de América, estando ya presente un mercedario en el segundo viaje que Cristóbal Colón realizó al Nuevo Continente. Da fe de esta importante huella mercedaria en América la enraizada devoción a la Virgen de la Merced en todos los países de habla hispana: iglesias, basílicas, patronazgos, fiestas, nombres, universidades,… Tal es así que en la actualidad la mayoría de las Provincias Mercedarias que constituyen la Orden están situadas en América: México (que abarca México, Honduras y Cuba), Argentina, Chile, Ecuador (que también tiene conventos en Bolivia y Colombia), Perú, Brasil… y las que no están en América (Aragón, Castilla y la provincia Romana), tienen vicarías en este maravilloso continente (Aragón, en Venezuela, Guatemala, El Salvador y Panamá; Castilla en Puerto Rico; Romana, en EE.UU.). De igual manera tanto la provincia de Aragón, como la de Castilla y la de Chile tienen fundaciones en África (Mozambique, Costa de Marfil, Angola,…) y la Romana en Asía (India). 

Junto con la rama masculina, existe en el frondoso árbol de la familia mercedaria varias ramas femeninas: las Mercedarias de la Orden de la Merced, de clausura y que tienen su origen en Santa María de Cervelló (cuyos restos mortales incorruptos están presentes en la basílica desde 1290), las Mercedarias Misioneras, las Mercedarias de la Caridad, las Religiosas de Nuestra Señora de la Merced, las Hermanas Mercedarias del Niño Jesús, las Mercedarias de Santísimo Sacramento, las Mercedarias de Bérriz, …. Y también una rama descalza de mercedarios y mercedarias. Para más información sobre la Familia Mercedaria les recomiendo consulten esta web: www.ordendelamerced.org 

Finalmente, no debemos olvidar en este escueto resumen a los santos mercedarios que constituyen el espejo donde todo mercedario o amigo de la Merced debe mirarse para seguir con ejemplaridad las huellas de Nolasco: San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato, San Pedro Armengol, San Serapio, San Pedro Pascual, Santa María de Cervellón, la beata Mariana de Jesús, la beata Margarita Maturana, el beato Juan Nepomuceno Zegrí Moreno y los beatos mártires de la sangrienta guerra civil española P. Mariano Alcalá y 18 compañeros mercedarios. 



​En la actualidad, la Orden de la Merced está integrada por cerca de 900 religiosos. Su apostolado está dirigido al mundo de las cárceles (pastoral penitenciaria), misiones en países pobres, acogida de inmigrantes, atención a los “niños de la calle”, parroquias, santuarios, algún colegio,… Tiene su Curia General en Roma y nuestro Superior General es el peruano P. Juan Carlos Saavedra.


Virgen de la Merced


Las Constituciones actuales de la Orden de la Merced proclaman: “Por su intervención en el principio y vida de la Orden que lleva su nombre, los mercedarios llamamos a María Madre de la Merced y la veneramos como inspiradora de su obra de redención”. 

En la edad media, merced era sinónimo de misericordia, pero misericordia ejercitada con los más pobres, necesitados y marginados de la sociedad de entonces, que eran los cautivos cristianos. A la redención de estos cautivos se dedicaron Pedro Nolasco y sus seguidores, por lo que eran llamados “hombres de merced” y sus conventos, “casas de merced”; como los frailes atribuían su fundación a la Virgen María y porque le tenían especial devoción, “merced” termina siendo denominación y título de Ella: Virgen de la Merced o de la Misericordia. 

Los frailes estaban persuadidos de que la Virgen María intervino en la fundación de la Orden, por eso en las Constituciones de 1272, las primeras de la Orden, oficializaron el nombre de María en el título, llamándola: Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos. 



Cuando los mercedarios construyen su primera iglesia en 1249 la dedican a Santa María, cuya imagen empezó a ser conocida como Santa María de la Merced, y de allí se extenderá su culto a todas las iglesias donde se establezcan los mercedarios. 

En la evangelización de América, ya desde 1493, segundo viaje de Colón, con los mercedarios iba siempre María de la Merced, cuyo culto se extendió en todo el continente, donde la devoción popular hasta modificó con nueva resonancia el sentido de su nombre llamándola Nuestra Señora de las Mercedes, es decir, repartidora de todos los dones que su Hijo Redentor ha depositado en sus manos. 

Y porque el culto a María, en su advocación de la Merced, adquiere gran difusión, la Iglesia misma, en 1616 con Pío V, en 1684 y en 1696, extiende su culto a toda la cristiandad fijando su fiesta el 24 de setiembre. 

La advocación de Santa María de la Merced quiere hacer presente en el misterio de la Iglesia la misericordia maternal de María para los que sufren cautiverio y se hallan en peligro de perder la fe; manifiesta un aspecto de la misericordia maternal de la Madre de Dios: el aspecto redentor. María es misericordia redentora que actualiza la obra de Cristo en favor de los cautivos y los pobres; es la expresión más intensa del amor redentor de Cristo, como evangelio de liberación.

La mare de Déu de la Mercè en Barcelona


La devoción a la Mare de Déu de la Mercè arranca prácticamente desde los orígenes mismos de la Orden que, no olvidemos, inicialmente estaba dedicada a Santa Eulalia aunque el talante mariano de la misma era constitutivo de su identidad y de su esencia más primitiva. 

Ya en 1255 existía una Cofradía dedicada a la Virgen de la Merced y figuraba en la incipiente iglesia de los frailes mercedarios. En 1259 Pere Salat dejó un legado para que en la iglesia ardieran dos lámparas "una de día y otra de noche continuamente ante el altar de la Santa María allí constituido”'. A finales del siglo XIII ejerció su ministerio en ella Fray Bernart de Corbera, quien introdujo la costumbre de celebrar los sábados misa de la Virgen y el canto de la Salve. 

El convento gozaba de gran predicamento en la ciudad, al ser costumbre que los cautivos liberados recorrieran algunas calles barcelonesas en procesión, llevando como exvotos las cadenas del cautiverio, y visitando a la Virgen de la Merced; en la misma iglesia publicaban un cartel con el nombre y procedencia de los rescatados. La fama del convento de la Merced se acrecentó a mediados del siglo XIV, con la tradición del prodigio de la conversión del pan en sangre coagulada en el “homo conventual” la noche de un 8 de diciembre. En 1361 se encargó a Pere de Moragues la elaboración de la imagen que hoy preside el altar de la Basílica, y el nuevo retablo de madera de aquel entonces (hoy desaparecido). 



El Rabal deis Códols está situado en el barrio marítimo, por lo que es muy natural que los primeros devotos de la Mare de Déu de la Mercé fueran gentes del mar, y que entre ellos tuviese gran predicamento la devoción a Santa María de Cervelló, de ahí que la imagen de la santa siempre sostuviera un barco en una de sus manos. Durante el siglo XV la Virgen del Barrí de la Ribera se va a convenir en Virgen de la ciudad. 

En esta transformación influyeron tanto los favores de la Santísima Virgen como las procesiones de los redimidos, la presencia en el templo del cuerpo incorrupto de Santa María de Cervelló, el “jus patronatus " de los condes-reyes sobre nuestro convento, el carácter mercantil de la ciudad de Barcelona, y esa avalancha de liberados que en cada redención hacen homenaje al Mestre de la Merçé, y quedan un tiempo al cuidado del convento. Consellers, canónigos y los barceloneses todos acudirán a Ella en petición de ayuda y de acción de gracias. 

La ciudad agradeció a la Mare de Deu de la Mercé su ayuda en las pestes de 1651 y en la sequía de 1680. Al acabar la plaga de la langosta de ese mismo año el Consell de Cent declaró, el 25 de septiembre de 1687, a María de la Merced Patrona de Barcelona, por: “haverse extinguí dita plaga, lo que se deu a la interpos icio y protecció de María santísima de la Mercè” y pidieron al papa la confirmación de este título. 

El Consell de Cent fue magnánimo en la restauración de la sacristía en 1687, y en la colocación de los altares de San Pedro Nolasco y de San Pedro Pascual. A partir de este mismo año se comenzó a celebrar en la ciudad el 2 de agosto la fiesta conmemorativa del Descenso de la Virgen, con veneración de los “Consellers” incluida. 

El 13 de febrero de 1692 el papa Inocencio XII confirmó el culto que, desde tiempo inmemorial, se venía tributando a Santa María de Cervelló. Tras los festejos se decidió construir una capilla especial para la santa, donde guardar sus reliquias, en una urna de plata que a tal fin regalaron los Consellers en 1693. Se bendijo la capilla de la santa el 12 de agosto de 1708. El mismo papa trasladó al 24 de septiembre la fiesta de la Merced, que hasta entonces se celebraba el domingo más próximo al 1 de agosto, y el 22 de febrero del mismo año 1696 hizo extensivo el oficio y misa de la Virgen de la Merced a toda la iglesia. 

En 1711 la Orden obtuvo el poder cantar misa propia en vez de la votiva de los sábados. En 1789 la Orden de la Merced recibió el privilegio de poder celebrar misa solemne a las 12 horas de la noche precedente al 24 de septiembre. El 2 de agosto de 1794 se introdujo “et in descensione” en el prefacio propio de la misa de la Merced.

Desde mediados del siglo XVIII el convento sostenía una escuela gratuita para niños pobres y el Padre Joan Oliva fundó con ellos la Escolanía de la Mercé, gracias al legado testamentario de Josep Gloria. En el primer tercio del siglo XX era su director Lluis Millet i Pagés, fundador de L’Orfeó Catalá. La Escolanía desapareció en 1978. 

En 1861 la Diócesis de Barcelona obtuvo el oficio y misa propios de la Virgen de la Merced. El 27 de febrero de 1868 fue declarada Patrona de Barcelona y de su Obispado. Se aprovechó la fiesta del dos de agosto para dar gracias por el favor especial que acababa de recibirse. 

El 21 de octubre de 1888 la imagen de la Mare de Déu de la Mercé es coronada en la catedral por el obispo de Barcelona, Jaume Catalá, cumpliendo la aprobación del papa León XIII de 31 de mayo. Los oficiantes y el pueblo cantaron “Els goigs de la Mare de Déu de la Mercé”, que escribió Mossén Jacint Verdaguer para dicha ocasión, con música del maestro Josep Rodoreda: “Estel de Barcelona/ reina de la Mercé/ al poblé que us corona/ doneu-li amor i fe". Este mismo año León XIII eleva a rito doble para toda España el rezo de la Virgen de la Merced; y, desde 1904, todos aquellos que visiten la iglesia de la Merced el 24 de septiembre, pueden ganar jubileo. 

El 24 de septiembre de 1918 Barcelona celebró con gran solemnidad el VII Centenario del Descenso de la Virgen y de la fundación de la Orden de la Merced. El obispo Reig i Casanova, en la Plaza de Catalunya, impuso el cetro a la Virgen. El papa Benedicto XV concedió a la iglesia de la Merced el título de Basílica menor, en conmemoración de lo cual se colocó, en una de las puertas del altar mayor, una estatua del obispo Reig arrodillado ante el pontífice, recibiendo el mencionado privilegio. 

Al inicio de la Guerra Civil Española, las gestiones de la Sra. Teresa Coll Muñarch salvaron la imagen de la Mercé. Primeramente la sacó de la iglesia al ser quemada ésta en julio de 1936 y la llevó a Capitanía General y el 27 de septiembre de 1936 la entregó a la Junta de Salvació del Patrimoni, al depositarla en el Museu d‘Art de Catalunya. 

La imagen de la Virgen volvió a su lugar el 24 de septiembre de 1939. Previamente fue restaurada por Feliciano Veciana, de Barcelona, pues presentaba un pequeño desperfecto en la frente, y le faltaban un brazo y las dos manos, hallados en 1936 casualmente entre el enorme montón de escombros de la basílica tras el incendio. La Sra. Teresa Coll Muñarch falleció el 31 de mayo de 2001; unos años antes la Hermandad de la Merced la admitió entre sus miembros como Hermana de la misma. 

El cuerpo de Sta. María de Cervelló lo guardó escondido en su casa el Sr. Francesc Ráfols Fontanalls, quien lo entregó a la basílica al acabar la contienda. 

Entre 1940 y 1976 la Basílica de la Mercè fue restaurada. Los escultores Miquel i Llucia Oslé realizan la gran imagen de que remata la cúpula; Joseph Obiols y Pau Maciá i Pons laboran en las pinturas al fresco y murales del interior; se restaura y entroniza la imagen de la Mare de la Mercè en 1959, para en 1963 colocarla sobre un magnífico trono de plata, que descansa sobre una piedra tallada de Montserrat. 



Desde 1964 la sagrada imagen puede contemplarse sin los vestidos superpuestos que la cubrían. El baldaquino barroco de mármol del altar mayor pasó a la capilla de la Soledad y se restauró la fachada procedente de la antigua iglesia de Sant Miquel. En 1981 se urbanizó la Plaza de la Mercé al derribar la manzana de pisos que la ocupaba. 

Y Hasta aquí este pequeño recorrido por la historia de la Mare de Déu de la Mercé en Barcelona. ¡Qué hermosas y consoladoras resuenan bajo sus bóvedas las solemnes estrofas de los ‘'Goigs de la Mare de Déu de la Mercé” de Mossén Jacint Verdaguer!:
“Dels captius Mare i Patrona / puix del cel ens heu baixat: / Princesa de Barcelona, Protegiu vostra ciutat'….





San Pedro Nolasco


Desde los comienzos de la Iglesia -dice el Concilio Vaticano II- hubo hombres y mujeres que por inspiración del Espíritu Santo, fundaron familias religiosas, que la Iglesia recibió con agrado y aprobó con su autoridad. 

Uno de estos llamados es Pedro Nolasco, fundador religioso de la Orden de la Merced, que se extendió en el área latina tanto de Europa como de América, pero con una vocación universal y de evidente actualidad. Hoy está presente en los 5 continentes. 



Son las décadas finales del siglo XII: posiblemente nació Pedro Nolasco el año 1180 en Barcelona. De su primera infancia se desconoce casi todo aunque, al parecer, su familia vivía en una posición social y económica desahogada. 

Pedro Nolasco era de profesión comerciante o mercader. “Los comerciantes de aquella época -dice Guillermo Vázquez- no eran los hombres pacatos que vemos hoy detrás de un mostrador, sino arriesgados capitanes que emprendían grandes viajes para adquirir y colocar sus mercancías, luchando con todo género de peligros”. Como mercader se fijaba naturalmente en toda clase de mercancías que circulaban por mar y tierra. Por desdicha, también estaba incluida la mercancía humana. En aquella sociedad se contaba con dos tipos de personas privadas de libertad y se traficaba con ellas: los esclavos y cautivos. 



El rey Jaime II de Aragón, en carta del 4 de enero de 1302, hablándole de la Orden de la Merced decía al Papa: “En otro tiempo, ciertos seglares de nuestra tierra, devotos de Jesucristo que nos redimió con su sangre, por liberar a los cautivos cristianos de la cautividad de los no cristianos, fueron poco a poco vendiendo sus propios bienes y emplearon el dinero en la redención y, finalmente, pidiendo públicamente limosnas a los fieles en las iglesias, libraban con aquellas a tales cristianos del poder de los moros”. 

Estas actividades, anteriores a la fundación de la Orden, que van de la venta de todo lo propio a la petición de donativos por los pueblos, se remontan a las dos primeras décadas del siglo XIII. Desde muy joven Pedro Nolasco orienta su vida a la liberación del hermano esclavo y atrae a la causa a otras personas de su edad. Es por ello que ya en 2013 realizó su primera redención en Valencia siendo “Procurador de la Limosna por los cautivos” en el hospital de Santa Eulalia. Piadoso y activo, Nolasco va plasmando su propio camino cristiano como proyecto que va a realizarse en un grupo religioso dedicado a tal actividad caritativa, que, por inspiración divina, lo instituye el 10 de agosto de 1218 en la catedral de Barcelona. 

Para esta nueva orden religiosa, junto con sus frailes, tuvo que crear y organizar todo el entramado que supone una nueva comunidad religiosa, dedicada a una actividad que tiene implicaciones religiosas en primer lugar, pero también sociales y jurídicas. La gente admira la buena acción de Pedro Nolasco y los suyos, y con donativos y limosnas hacen posible el crecimiento de la santa obra de la redención de cautivos. El mismo Fundador, solo o con otros religiosos, en varias redenciones en Valencia, Baleares, Granada y Argel, liberó 3920 cautivos. Con el gozo de ver su obra aprobada por el papa Gregorio IX en 1235 y dejándola dotada de 18 conventos y alrededor de 100 frailes, murió el 6 de mayo de 1245, en Barcelona. 



El humilde fraile laico Pedro Nolasco fue considerado siempre como un fiel imitador de Cristo Redentor y tenido como santo. Su veneración se extendió pronto por donde estaban presentes sus hijos, y la Iglesia, ratificando esta universal convicción, lo canonizó en 1628.


La Basílica de la Merced


Aunque en sus orígenes la Orden de la Merced ocupaba el espacio del hospital de Santa Eulalia, situado al lado mismo de la catedral de Barcelona, donde se trataba y acogía tanto a pobres como a cautivos redimidos, pronto el edificio se hizo pequeño; era necesario construir uno nuevo más amplio para acoger a la nueva comunidad religiosa y atender mejor a los cristianos rescatados del poder de los musulmanes. 

Fue en 1232 cuando Ramón de Plegamans compró y regaló a Pedro Nolasco un trozo de playa junto al puerto, en la partida de los Códols. En 1235 ya se había construido una casa de caridad para los cautivos liberados, colocada bajo la advocación de Santa Eulalia. Ese mismo año la nueva orden es aprobada canónicamente por el Papa Gregorio IX. 

En 1245, el Papa Inocencio IV concedió a este edificio el permiso para celebrar los oficios divinos y les otorga poder enterrar en el convento. En 1249 el obispo de Barcelona, Pere de Centelles, da permiso a los mercedarios para “levantar una iglesia dedicada a Santa María y tener cementerio, donde poder enterrar a los religiosos y domésticos y a los cófrades de la orden…”. Esta es la indicación más antigua referida a la construcción de una iglesia en el lugar donde ahora figura la Basílica. 


La donación de Raimundo de Plegamans se quedó pequeña con el paso de los años y los frailes compraron trozos de la parcela del lado de la calle Oller. Al otro lado de la calle de la Mercè la propiedad llegaba hasta el mar, y esta parte se dedicó a huerto (entonces el mar comenzaba en el actual Paseo Colón). No se edificó en esta zona hasta bien entrado el siglo XV, pues conforme iba avanzando la construcción de la iglesia iba desmantelándose el convento de los frailes por lo que se hizo necesario edificar uno nuevo al lado mismo del mar. El rey concedió permiso para construir unos arcos que comunicaran el convento y la huerta con la iglesia. 

La nueva iglesia, de estilo gótico, era sencilla. Al principio solo contaba con dos capillas: la de San Eloy y la de Santa Marina, situadas en la zona de la iglesia que actualmente da al carrer Ample. En la capilla de Santa Marina fue enterrada el 19 de septiembre de 1290 Santa María de Cervelló, cuyo cuerpo permanece incorrupto a día de hoy y es venerado por multitud de fieles. Cada 19 de septiembre es expuesto para tal fin. En 1380 el rey Pedro IV ofreció un sarcófago de plata y otro de madera policromada con motivo del traslado de sus restos desde su tumba en tierra al sarcófago ofrecido por el rey. La imagen de este sarcófago es la más antigua que tenemos de la santa y en ella aparece el retrato del rey que, arrodillado, venera sus restos incorruptos. Actualmente se conserva en el Museu Diocesà de Barcelona. 



Volviendo a la iglesia, desde sus orígenes se dedicó a Santa María. El pueblo empezó poco a poco a llamarla Mare de Déu de la Mercè, por la labor de “merced” que realizaban los mercedarios. En esa época con el nombre de “merced” se denominaba a la redención de los cautivos: “fer mercè” equivale a liberar de la esclavitud; por lo tanto la iglesia del hospital de los frailes era conocida como la iglesia de la “merced”, y de ahí se pasó a llamar la iglesia de la “Mare de Déu de la Mercè”. 

En 1335 se construyeron otras dos capillas, semejantes a las dos existentes, y a finales del siglo XIV se terminó la construcción de la torre. A mitad del siglo XV se construyeron las capillas de San Hipólito y Santa Úrsula, ya situadas en el lado del mar de la iglesia. La iglesia de aquel entonces medía 35 por 22 metros. La cubierta era de bóveda ojival y en las claves están labrados los misterios de nuestra Señora y las armas de los benefactores. En la fachada había “dos grandes puertas y su frontispicio es de bella labrada obra mosaica, y sobre la cual de dichas puertas está colocada una muy hermosa, alta y proporcionada imagen de María Santísima de la Merced”. La fachada era sobria, con rosetón austero y algunas molduras ornamentales. Delante de la fachada, en el ángulo con la calle Ample los frailes emplazaron a mediados del s. XV su pequeño cementerio que subsistió hasta principios del s. XIX. La imagen de la Virgen María que presidía el tímpano hasta el s. XVIII fue encontrada en unas excavaciones en 1942; hoy está situada en la capilla del Descenso.

Fue en 1361 cuando comenzó la construcción del retablo de este primera iglesia, a cargo del arquitecto Bernat Roca. El artista se comprometía a poner en el centro del mismo una imagen de la Virgen con dos linternas. La imagen anterior a la actual, que algunos identifican como la de la “mà a la cara” se conserva en el Museu Diocesà de Barcelona. La imagen actual mide 1,40m (siete palmos de la época) y se atribuye a Pere Moragues su elaboración al ser el escultor que colaboraba habitualmente con el arquitecto Roca. El estilo de la imagen coincide con el habitual de este escultor. 



La imagen de la Virgen es policromada y su rostro, de gran sensibilidad, tiene facciones perfiladas. Lleva el cabello recogido en la nuca y la cabeza descubierta, seguramente para colocarle encima una corona metálica. El manto se cierra sobre el pecho con un broche de contorno cuadrado y tiene al Niño Jesús sentado sobre sus rodillas. La mayoría de expertos consideran que el Niño es algo posterior a la Virgen, aunque los pliegues sencillos y la forma de tratar las vestiduras, semejan tan góticos como los de la Virgen. 



El retablo del altar mayor también contaba con imágenes de San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Ramón Nonato y San Pedro Armengol. En 1503 el pintor Antoni Marqués decoró el retablo. 

En 1667, por voluntad del obispo de Barcelona, el mercedario Fr. Alonso Sotomayor, se construyó el camarín de la Virgen por lo que tuvo que derruirse el antiguo retablo gótico y la sillería del coro. En su lugar se construyó un retablo barroco en cuyo centro se abrió una gran ventana con la cámara angelical, a la que se podía ascender por escalera desde la sacristía para venerar y admirar de cerca la imagen de la Virgen. Algunos años después se construyó otra escalera para facilitar el besamanos en los días de aglomeración. Tras demoler otras dependencias se construyó, junto al camarín de la Virgen, un oratorio con una esbelta cúpula rematada por linterna por donde recibía la luz natural la estancia. 

Dejando aparte la iglesia, en relación al convento fue en 1605 cuando el P. Antonio Simoni decidió construir uno nuevo cuyas obras finalizaron en 1636, siendo Fr. Dalmau Serra Maestro General de la Orden. Se decoró el puente que comunicaba la sacristía con la iglesia y se hizo el puente que comunicaba el convento con el coro. El claustro del convento fue obra de Jaume Granyer y tiene 26,40m de lado, con columnas de mármol oscuro.



Volviendo de nuevo a la iglesia, en el siglo XVIII los frailes se percataron de que se les había quedado pequeña. En el Capítulo General de 1764 se aprobó la construcción de una iglesia nueva. Su primera piedra fue colocada el 25 de abril de 1765 siendo director de obras el arquitecto Josep Mas. El refectorio del convento fue utilizado como iglesia interina mientras duraban las obras que se prolongaron por espacio de 10 años, concluyendo el 9 de septiembre de 1775. 

El nuevo templo se edificó en el mismo lugar que el anterior y con la misma disposición, aunque se ensanchó por la parte del carrer Ample y se alargó por el lado del presbiterio. Actualmente su planta es de 45,70 por 20,36m. 



Con motivo del derribo de la iglesia gótica, en octubre de 1767, se removieron los cimientos en busca del sepulcro de san Pedro Nolasco pero no se encontró. Posteriormente, en 1782 se hicieron otras excavaciones en la Baixada de la Canonja, donde se descubrieron unos restos pero sin identificación alguna. 

Esta nueva iglesia es de estilo barroco ciclópeo de tendencia italiana. Vicenç Marro diseñó el nuevo altar que constaba de dos estatuas colocadas a ambos lados de San Pedro Nolasco y Santa María de Cervelló; en el centro la Virgen rodeada de ángeles y con dos cautivos a sus pies; en lo alto había el escudo de la Merced sostenido por dos ángeles, obra del escultor Pere Serra, y debajo una bella estatua de Santa Eulalia. Un baldaquino de mármol para la exposición del Santísimo completaba este altar. Todo fue inaugurado el 2 de agosto de 1794. 

Con todo esto llegamos al siglo XIX, un siglo muy movido ya desde sus inicios con la Guerra del Francés (1808-1814), y nefasto para la Orden de la Merced en España. El convento permaneció ocupado: destinado a cárcel, cuartel de soldados franceses e italianos y depósito de intendencia. 



En enero de 1814 se cerró la iglesia y desaparecieron las joyas que habían sido donadas a la Virgen, así como el trono de plata que la ciudad regaló a su Patrona. La imagen de la Virgen y el cuerpo incorrupto de Santa María de Cervelló salieron de la iglesia y se guardaron en la catedral para mayor seguridad, retornando a la iglesia de nuevo en 1817. Este mismo año se hizo una procesión a la catedral con la imagen por motivo de la sequía, y otra en 1821 con motivo del tifus. 

En 1822, durante el Trienio Liberal (1820-1823), la comunidad fue suprimida y el convento cerrado de nuevo. De todos modos, la iglesia permaneció abierta como parroquia. El Ayuntamiento derribó los dos puentes que unían el convento con la iglesia, siendo reconstruidos en 1824, cuando los frailes retornaron a su convento. 

En 1835, por un Real Decreto del 11 de octubre, las órdenes religiosas fueron suprimidas en España, con lo que los mercedarios dejaron de existir en este atribulado y convulso país hasta 1878, año de su regreso. Ya sin mercedarios, en 1869 la parroquia de San Miguel fue trasladada a la iglesia de la Merced, con lo que la iglesia parroquial fue denominada: “Parroquia de San Miguel y de la Mare de Déu de la Mercè”. Su puerta renacentista del s. XVI fue desmontada y reconstruida entre 1871 y 1872 en el carrer Ample, dando acceso a la basílica por el lateral. 

El convento tuvo diferentes usos: oficina de impuestos, cuartel de un batallón de la Milicia Nacional, sede de un regimiento de infantería, casino militar,… Finalmente, el 29 de agosto de 1845 el nuevo Capitán General, Manuel Bretón, convirtió el edificio en Capitanía General de Cataluña. El edificio fue inaugurado como tal el 10 de octubre de 1846. 

Volviendo de nuevo a la iglesia, en el año 1883 se construyó la cúpula sobre el crucero del templo, obra de Joan Martorell. También en 1883 murió el obispo de Barcelona José Urquinaona y Bidot y su tumba fue instalada en el presbiterio de la Merced, en un sarcófago de mármol sobre dos columnas en torno de la puerta de la escalera del camarín. Encima se colocó, en 1885, la escultura del obispo, de Agapito Vallmitjana.

Con ocasión de la Exposición Mundial de Barcelona de 1888, se terminó la cúpula y se coronó con una majestuosa imagen en bronce de la Virgen extendiendo su cetro sobre la ciudad, obra de Maximí Solà. Ese mismo año la imagen de la Virgen fue coronada canónicamente en la catedral de Barcelona por el obispo Jaume Català. En la sala contigua al camarín de la Virgen se instaló un relieve de mármol que representa el “Descenso de la Virgen ante San Pedro Nolasco”, obra de Josep Llimona, relieve que dio nombre a la capilla hasta ahora. 



Con motivo del 700 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced, la basílica fue constituía Basílica menor en 1918, y a la Virgen se le regaló el cetro del Ayuntamiento como Patrona de la Ciudad. 

Y, con estos vaivenes tan característicos de nuestra historia, llegamos a 1936. En julio tuvo lugar el alzamiento que dio origen a la guerra civil. Ese mismo mes la basílica fue incendiada. Aunque los bomberos acudieron, tan sólo se ocuparon de que el fuego no alcanzara a los edificios colindantes. Gracias a la intervención de algunos valientes feligreses, la imagen de la Virgen y el cuerpo de Santa María de Cervelló se salvaron y han podido llegar íntegros hasta nuestros días. La imagen de bronce que coronaba la cúpula fue fundida para uso militar. Todo lo que pasó en la iglesia de la Merced lo describió, punto por punto, mosén José Sanabre, archivero de la diócesis de Barcelona: “La tarde del 19 de julio la chusma frenética invadió el edificio de Capitanía General y, acto seguido, se dirigió a la iglesia de la Merced exigiendo su destrucción. No fue hasta el día siguiente que, acompañados de la fuerza pública, pudieron penetrar en el templo después de disparar numerosas balas de fusil contra la fachada. Acto seguido prendieron fuego en el interior de la iglesia de manera que se quemaron las pinturas de la bóveda mayor, se ahumaron los frescos la de la cúpula. Las tribunas de madera, el órgano y todas las imágenes de los altares laterales quedaron destruidas. Los bomberos velaron para que el fuego sólo quemara la iglesia y no pasara a las viviendas cercanas. El fuego fue avivado de nuevo en varias ocasiones los días posteriores”.

La imagen de talla de la Virgen fue lanzada desde el camarín sobre el Sagrario del altar mayor y, días después, otros revolucionarios la tumbaron en el suelo frente al altar. 

El padre Luis Pelegrí Nicolás, beneficiado de la iglesia y martirizado por esta razón el 29 de marzo de 1937, se propuso rescatar la imagen gótica. Después de enterarse de cómo había quedado la imagen pidió ayuda a una familia de la parroquia bien relacionada con el Consejero de Gobernación de la Generalitat de Cataluña, don José María España Sirat. A las cuatro de la tarde del 27 de julio salieron de la Consejería de Gobernación tres agentes de la confianza del Consejero, junto con dos carabineros, dos guardias de asalto y dos guardias civiles. Se les unió la señorita Teresa Coll, que había gestionado la operación con el Consejero. El grupo, en una camioneta, se desplazó a la Merced con el pretexto de recuperar la caja fuerte con las joyas de la Virgen y que los asaltantes no habían localizado porque estaba en un muro del camarín. Vaciada la caja bajaron al presbiterio y, al pasar por delante de la imagen caída frente al altar, la Srta. Coll sugirió que también podrían llevarse aquel objeto de arte. 

Los componentes del grupo se quedaron sorprendidos ante la insólita propuesta pero uno de los agentes que había sido instruido por el Consejero y el cerrajero que abrió la caja fuerte apoyaron la idea y, por fin, la imagen que fue depositada en la furgoneta y tapada con una sábana que, intencionadamente, tenía la Srta. Coll. Fueron entonces a Capitanía donde tenían que recoger otra caja de caudales que había estado en la rectoría. Una vez en el patio central, fuera de la curiosidad pública bajaron de la camioneta la imagen de la Virgen y la escondieron dentro de un cuarto debajo de la gran escalera donde estaban los utensilios de limpieza y donde también se habían depositado los restos mortales de Santa María de Cervelló. 

El conserje de Capitanía cuidó los sagrados objetos a lo largo de dos meses. El 28 de septiembre de 1936 el Director del Servicio de Museos de la Generalitat ordenó el traslado de la imagen y del sarcófago de Santa María de Cervelló al Museo del Palacio Nacional de Montjuïc donde restauraron ambas piezas. Después del traslado, el cuerpo de Santa María de Cervelló quedó abandonado en Capitanía. Lo recogió el arquitecto Josep Francesc Ràfols Fontanals (1889-1965), entonces incorporado al Servicio de Guardamuebles de la Generalidad y lo tuvo escondido en su casa hasta 1939 e incluso sirvió como altar y se celebró misa encima del cuerpo de la santa, clandestinamente, varias veces. El Consejero España tuvo que exiliarse el 23 de octubre de 1936 ya que su vida corría peligro por haber protegido a religiosos y objetos de culto. 

La iglesia de la Merced quedó abandonada, presentando un aspecto desolador, totalmente destruida la sala del Descendimiento, junto al camarín, donde ardieron los cuadros del sueño de San José y la plaga de la langosta. Los arcángeles de la puerta de San Miguel fueron igualmente destrozados así como las imágenes de San Joaquín y Santa Ana de Ramón Amadeu, San Hipólito y San Antonio del altar de San José Oriol, los arcángeles de Salvador Gurri de la capilla del Santísimo y, en el altar de Santa María de Cervelló, las imágenes de San Antonio de Pere Serra, Santa Isabel de Enrique Clarassó y San Pedro Nolasco de Amadeu. 

Al terminar la guerra, entre 1940 y 1976, la basílica experimentó un rápido proceso de restauración. Nada más terminar la guerra los Capitanes Generales del Ejército (Álvarez Arenas, Orgaz, Kindelán,…) pusieron a disposición de la parroquia el batallón del arma de Ingenieros. Las sucesivas obras de reconstrucción fueron sufragadas en gran medida por entidades privadas. Entre 1939 y 1947 se rehízo el pavimento de la nave, los altares laterales, las sacristías y la capilla del Santísimo. Entre 1948 y 1955, se trabajó en el camarín y en la sala del Descendimiento. En 1956 se colocó la nueva imagen de la Virgen en lo alto de la cúpula, ya que la anterior fue derribada y fundida al inicio de la guerra civil. Es obra de los hermanos Miguel (1879 a 1959) y Luciano (1880-1951) Oslé Sáenz de Medrano, de bronce y hecha en una fundición de Valls. 

Francisco Folguera dibujó las puertas de la sacristía y del camarín. En las pechinas de la cúpula y en los arcos del presbiterio hay pinturas al fresco de José Obiols Palau (1894-1967). Pallàs dirigió la restauración de la puerta de San Miguel y Luis Bonet hizo la escalera del camarín en 1972, en el mismo año en que Pablo Macià Pons hizo las pinturas decorativas del intradós de la bóveda de la nave. Oriol Sunyer Gaspar (1923-1990) hizo el nuevo trono de plata de la Virgen. 

Aunque se respetó el estilo barroco original de la basílica, algunas cosas hubo que hacer nuevas: las pinturas interiores, molduras,… La casi totalidad de esculturas de las capillas laterales fueron elaboradas por el escultor barcelonés Claudi Rius. El altar mayor fue proyectado en 1959 por el arquitecto Francesc Folguera, siendo el presbiterio forrado de mármoles de diferentes colores. Una nueva imagen en bronce, más grande que la anterior y de unas 5 toneladas, fue colocada sobre la cúpula de la basílica en 1959. 

En 1963 se celebra el LXXV aniversario de la coronación canónica de la Virgen y se estrenó el nuevo trono de plata. El 26 de julio de 1964 el obispo de Barcelona doctor Gregorio Modrego Casáus estableció la Hermandad de la Virgen de la Merced, y en el curso de mismo año se quitaron las vestiduras de la imagen, para poder ser contemplada tal como la esculpió en el siglo XIV Pedro Moragas. El 22 de febrero de 1976 visitaron la Basílica los Reyes de España. 

En la plaza, en febrero de 1983, se instaló la fuente de Neptuno inaugurada el 24 de abril de 1826 en el muelle de Pescadores del puerto. Es obra de Adrián Ferran Vallés (1774-1840). La parte escultórica de la fuente es de Celedonio Guixà. 

En 1992 quedó restaurado el antiguo palacio Girona, frente a la iglesia, destinado a Registro Civil. Durante 1990 y 1991 se procedió a la refracción del pavimento de la iglesia y a la limpieza de la fachada principal bajo la dirección del arquitecto Jorge Bonet Armengol. 

Como guinda de todo este proceso de restauración, el 21,22 y 23 de septiembre de 2018 fue inaugurado el nuevo órgano de la Basílica en un maravilloso festival que tuvo como intérpretes a Maria Nacy, Montserrat Torrent y al organista francés Thomas Ospital. Fue bendecido en noviembre por el Sr. Cardenal D. Juan José Omella Omella, siendo el organista de la ceremonia D. Héctor Paris. El órgano fue construido por el célebre maestro organero alemán D. Gérard Grenzing. 



A modo de conclusión, los mercedarios regresaron en 2018 a la basílica para su cuidado pastoral a petición del Excmo. Cardenal D. Juan José Omella, con motivo del octavo centenario de la Fundación de la Orden de la Merced. Su actual rector es el P. Fermín Delgado Ramírez.


Barcelona y la Merced


BARCELONA

La ciudad de Barcelona es una ciudad y metrópoli en la costa mediterránea de la Península Ibérica. Es la capital por antonomasia de Cataluña, siéndolo tanto de la Comunidad Autónoma, como de la provincia de Barcelona y de la comarca del Barcelonès y la segunda ciudad en población y peso económico de España. El municipio crece sobre una llanura encajada entre la cordillera Litoral, el mar Mediterráneo, el río Besòs y la montaña de Montjuïc. La ciudad acoge las sedes de las instituciones de autogobierno más importantes de Cataluña: la Generalidad de Cataluña y el Parlamento de Cataluña. Por haber sido capital del Condado de Barcelona, recibe a menudo el apodo de Ciudad Condal. 



LA FIESTA DE LA MERCED

Después de que el Papa Pío IX declarara la Virgen de la Merced patrona de la ciudad, Barcelona empezó a celebrar sus fiestas patronales en septiembre; un mes muy apropiado para ello pues las principales actividades agrícolas habían terminado y era el momento de dar gracias por las cosechas y celebrarlo. 

La Merced como fiesta tomó vuelo en 1902, cuando bajo el impulso de Francesc Cambó, se celebró una Fiesta Mayor que se convirtió en modelo de las que todavía hoy tienen lugar en toda Cataluña. De todos modos, la fiesta de la Merced sufrió muchos altibajos debido la guerra civil, las carencias de la posguerra y los años del franquismo. 

Con la llegada de la democracia, la Merced alcanzó el carácter de fiesta auténticamente popular, gracias a la colaboración de entidades de toda la ciudad. Hoy, la Mercè es una fiesta que ocupa festivamente un gran número de espacios públicos con una programación centrada en la cultura mediterránea. En menos de una semana, Barcelona reúne una programación ingente de artes de calle, pasacalles, conciertos, bailes tradicionales y otras muchas actividades que dan a la ciudad un aire muy alegre y jovial. Todas estas actividades lúdicas de la Merced son, en realidad, un compendio de la cultura popular de toda Cataluña. Aparece la sardana gerundense, los castillos y los diablos del campo de Tarragona, las danzas que aún hoy se mantienen vivas por toda la geografía catalana, así como la algarabía provocada por las collas de gigantes y cabezudos. 



La gran especialidad barcelonesa son los pasacalles, emparentados con las procesiones que hace siglos se celebraban con motivo del Corpus. Se trata de los espectáculos de calle más antiguos que se conservan. Hoy, como ayer, la organización de los pasacalles cuenta con grupos de cultura popular que trabajan codo a codo con artistas de calle. Su trabajo conjunto sirve para mantener vigente la vocación festiva y teatral con el que nacieron estos espectáculos. 

En el ámbito religioso desde hace pocos años se ha recuperado la tradicional procesión de la Mare de Déu de la Mercè que discurre desde la Basílica hasta la Catedral, donde culmina con la celebración de la Santa Misa. También tiene lugar la Novena de la Merced, con el rezo del santo rosario y la misa predicada cada día por un sacerdote diferente. El día de la Merced multitud de devotos de la Patrona acuden a la Basílica para visitarla, presentar sus peticiones y darle gracias. Durante el día se celebran varias Misas, todas a rebosar de feligreses, siendo la más representativa la Misa de autoridades a las 10 de la mañana, que suele estar presidida por el Arzobispo de la ciudad y a la que suele acudir una representación de las autoridades civiles y militares de la ciudad.





Archivo histórico de la Basílica








LA BASÍLICA DE LA VIRGEN DE LA MERCED 

Los orígenes

Fue durante el pontificado del obispo de Barcelona Berenguer de Palou (1212-1241), cuyo sepulcro puede admirarse en un arcosolio de la capilla de San Miguel en la girola de la catedral, cuando acaeció la milagrosa aparición de Virgen María a San Pedro Nolasco, según la tradición, el día 2 de agosto de 1218. El 10 del mismo mes y año se fundó la Orden de la Merced, en la seo barcelonesa, con asistencia del rey Jaime I de Aragón, el obispo Berenguer de Palou y San Ramón de Peñafort. La Orden quedó oficialmente establecida entre 1222 y 1228, con el propósito de rescatar los cautivos en poder de los musulmanes. Adoptó la Orden el escudo con la cruz de plata sobre gules de la catedral y las cuatro barras de Aragón.
 
En 1045 se había fundado el hospital de Guitart o de Santa Eulalia, establecido en la casa de la Pia Almoina, cerca de la catedral, con el fin de atender a los pobres y peregrinos. En su recinto murió, el 19 de julio de 1131 el conde de Barcelona, Ramón Berenguer III. El 1218 el rey Jaime I cedió el hospital a la recien creada Orden de La Merced para que estableciese allí su primer convento.
 
El 5 de agosto de 1232 don Ramón de Plegamans donó unos terrenos en el Arenal de Roquetas o dels Gòdols, a los Mercedarios e, inmediatamente, se empezó a construir el nuevo hospital de Santa Eulalia que se terminó el 1234. Al año siguiente, el papa Gregorio IX (Hugolino) aprobó las constituciones de la Orden y en 1245 el papa Inocencio IV (Sinibaldo Fieschi, 1243 a 1254) puso el hospital bajo la protección de la Santa Sede por medio de una Bula apostólica. En 1249 el obispo Pedro de Centelles (1243-1251) otorgó un privilegio para que la iglesia del convento-hospital tuviera carácter público.


El primer convento mercedario

Después de la estancia inicial en la casa de la Pía Almoina, el convento de los mercedarios fue el de Santa Eulalia en la playa de Roquetes y, en 1252, se construyeron los puentes por encima de la calle de la Merced que unieron el convento, más cercano al mar, con la iglesia. La obra se hizo con beneplácito de Jaime I, que tenía una habitación en el convento, donde también residió, en 1401, la reina Violante de Bar, viuda de Juan I.

En 1265 se creó la rama femenina de la Orden siendo su primera superiora Santa María de Cervelló (1230-1290) cuyos restos reposan en la iglesia de la Merced. En 1267 queda listo el primer templo de estilo gótico.

Entre 1336 y 1377 el arquitecto Jaime Cercés dirigió importantes obras de reforma y, en 1343, se abrió la puerta de la calle Ancha (actalmente Ample). En 1361 Bernat Roca hizo el retablo mayor en forma de tabernáculo, donde se instaló la imagen de siete palmos de altura que podría ser la que actualmente se venera. En 1380 el rey Pedro IV regaló la urna donde reposan los restos de Santa María de Cervelló. En 1389 se completó el campanario. El 27 de enero de 1401 el rey Martín I el Humano concedió a la iglesia el título de capilla real y a los frailes de la Merced la dignidad de capellanes reales. En 1419 se completa la fachada gótica de la iglesia, cuyo aspecto es conocido por un documento del Archivo de Protocolos Notariales.

En 1492 se comenzó un nuevo retablo mayor con arquitectura de Pedro Duran e imágenes de San Juan Evangelista y San Juan Bautista de Juan Cassel, que termina Guillermo Duystach, ambos alemanes. En 1501 se hizo la sillería del coro con maderas de chopo y roble de Flandes, a cargo de Pedro Torrent, mientras la obra del retablo la seguía el pintor Antoni Marqués en 1503. En 1516 se construyó la portada renacentista de la iglesia de San Miguel, al lado del Consejo de Ciento, por los arquitectos de Pedro Mateu y Gabriel Pellicer y escultura de francés René Ducloux. Esta puerta se colocó en 1870 en la iglesia de la Merced.

El convento renacentista de la Merced 

En 1650 se estaba trabajando en la obra del nuevo convento de estilo renacentista con un claustro de columnas de mármol negro en el claustro. Actualmente es la sede de la Capitanía General. En 1605 se inició la obra por el arquitecto Jerónimo Santacana y la continuó su hijo Jacinto Santacana (1613-1621). En 1651 se terminó la portería y la gran escalera. Lorenzo Passolas hizo los arrimaderos polícromos del claustro.

En 1667 se desmontó el retablo gótico y se edificó el nuevo ya en estilo barroco, de 20 metros de altura y ocho de ancho con una ventana central para el camarín, o cámara angélica. Al mismo tiempo se desmontó la sillería del coro. El 10 de septiempre se quemó la sacristía, construida a partir del 1671.

Una terrible plaga de langostas asoló Barcelona en 1687 y el consejo de Ciento pidió la protección de la Virgen de la merced, proclamándola patrona de la ciudad, el 25 de septiembre. La plaga remitió al año siguiente y se terminó el 15 de septiembre de 1688. En 1689 se hizo la silla o trono de plata para la Virgen y se instaló el órgano. En 1693 el Consejo de Ciento regaló la urna de plata que contiene la antigua de madera policromada en la que reposan los restos de santa María de Cervelló, con motivo de su canonización.



El 28 de septiembre de 1705, durante la guerra de Sucesión, cayó una bomba de artillería en el presbiterio y mató a una mujer. El 23 de julio de 1714 la imagen de la Virgen se depositó en la catedral durante el asedio de la ciudad. En 1755 José Buxareu construyó el nuevo órgano.

La nueva iglesia 

En 1765 se empezó a construir el templo actual, concretamente el 25 de abril, según proyecto del arquitecto y contratista Josep Mas Dordal, autor de entre otros edificios en Cataluña como el palacio Moja de la Rambla (1776-86), de la reforma de la iglesia de Arenys de mar (1774-1784), de la parroquia de San Vicente de Sarriá, del pueblo e iglesia de Almacelles (1774-1777), del palacio del obispo de Barcelona Gabino Valladares Messía (1782-1786) y de la Mesa de Comunes Depósitos en la plaza de Barcelona. También proyectó la ampliación del puerto de Palamós. Fue numerario de la Academia de Ciencias desde 1789. Trabajó en colaboración con su hermano Pablo, también arquitecto.

El 25 de abril de 1765 el Marqués de Mina, Capitán General de Cataluña, por expresa delegación del rey Carlos III, puso la primera piedra del nuevo templo. Hubo que derribar la iglesia gótica y el gran retablo barroco pasó a la parroquial de San Esteban de Granollers y, en 1917, al Museo de Arte de Cataluña.

Las obras continuaron a lo largo de diez años y en la ornamentación de la fachada colabora el escultor Carlos Grau (1714-1798) con el mismo estilo que había empleado en la iglesia de Santa Marta y en el palacio del duque de Sessa. En los diversos altares se instalaron estatuas de Salvador Gurri (1749-1819) y Pablo Sierra (1749-1806).

El día 10 de agosto de 1775 se traslada, en procesión, la imagen de la Virgen desde la catedralal hasta el nuevo templo.

Las celebraciones se prolongaron hasta el 14 de septiembre. El 9 de dicho mes se había tenido lugar la bendición del nuevo templo.

El nuevo altar mayor lo proyectó el arquitecto valenciano Vicente Marro y fue inaugurado el 2 de agosto de 1794.

La nueva iglesia es de nave única, con capillas entre los contrafuertes y cuatro tramos de bóveda de cañón seguido, con arcos fajones. Tiene un crucero muy poco acusado y cúpula. Un coro alto a los pies del templo y, lateralmente la capilla del Santísimo que tiene, asímismo, una pequeña cúpula en la capilla adyacente. Alrededor del presbiterio se hallan la sacristía y la escalera que accede al camarín.


El siglo XIX 

La iglesia de Ntra. Sra. de la Merced, hasta que se convirtió en el monumento tardobarroco actual, pasó por diversas fases de remodelación ya que inicialmente fue tardorománico o gótico primitivo, luego plenamente gótica para desaparecer por demolición y ser reconstruida en estilo barroco, en la segunda mitad del siglo XVIII.

Durante el siglo XIX fueron serios avatares los que dañaron el edificio en su decoración.

En 1806 fueron suprimidos los enterramientos en el interior de la iglesia y, con el tiempo, quedaron cubiertas las losas sepulcrales, que fueron recuperadas en los trabajos de restauración de 1990.

En 1808 los franceses se hicieron dueños de Barcelona y cuando en 1814 evacuaron la ciudad, se llevaron el trono de plata de la Virgen. Entre el 31 de marzo y el 5 de julio de 1814, los frailes depositaron la imágen de la Virgen y la urna de Santa María de Cervelló al abrigo de la catedral para evitar profanaciones.

A finales del trienio liberal, el 18 de enero de 1823, el Ayuntamiento ordena la demolición de los puentes sobre la calle de la Merced. El mes siguiente una Real Orden suprimió el convento de la Merced.

Con la ley de Desamortización del Bienes Eclesiásticos de Mendizábal se produjo la exclaustración de los Mercedarios y el convento se convirtió en oficinas de la Amortización, cuartel de la Milicia Nacional y en teatro para reunir dinero para la Milicia.

Cuando el rey Fernando VII visitó Barcelona, se alojó en la antigua Ala dels Draps, que servía de Capitanía General. Desde aquel momento, el convento pasó a convertirse en sede de la Capitanía General. Se hizo oficial el cambio, vigente hasta la actualidad, en 1846 cuando ostentaba el cargo de Capitán General, don Manuel Bretón.

El 2 de agosto de 1868 el papa Pio IX (Juan Mª Mastai-Ferretti, 1846-1878) proclama la Virgen de la Merced patrona de la diócesis de Barcelona.

El año siguiente fue derribada la iglesia parroquial de San Miguel, junto al Ayuntamiento, y la puerta renacentista del siglo XVI de René Docloux fue desmontada y reconstruida en la calle Ancha, entre 1870 y 1872, dando acceso a la iglesia de la Merced. Desde entonces la iglesia de la Merced se convirtió en parroquia de la Virgen de la Merced y de San Miguel.

En 1883 murió el obispo de Barcelona José Urquinaona y Bidot y su tumba fue instalada en el presbiterio de la Merced, en un sarcófago de mármol sobre dos columnas en torno de la puerta de la escalera del camarín. Encima se colocó, en 1885, la escultura del obispo, de Agapito Vallmitjana, 1885.

En octubre de 1888 se inauguró la nueva cúpula de la Merced poco después de los actos conmemorativos de la coronación canónica de la Virgen, el 21 de agosto, de manos del obispo J. Catalán y Albosa, en la catedral. La cúpula fue rematada exteriormente por una escultura de bronce de la Virgen, obra de Maximino Sala Sánchez y el interior de la cúpula fue pintado al fresco, con escenas de la coronación de la Virgen, por Victoria Codina Langlin (1844-1911).

El propio Juan Martorell dibujó el trono de metal de la Virgen que labró en bronce, N. Solà. Así mismo se reformó la escalera del camarín. En 1895, el obispo regaló al Cabildo catedral un cuadro de grandes dimensiones, obra de Francisco Galofré Oller (1865-1942), que reproducía fielmente el acto de la coronación. Estuvo en la capilla de santa Lucía de la catedral, luego pasó a la sala vecina al camarín de la merced y en 1983, regresó a la catedral colocándose en la sala de la Merced del sobreclaustro.



El siglo XX 

En 1914 se hizo la restauración de la capilla del Santísimo y, a ambos lados de la nave de la iglesia, se situaron los púlpitos de mármol y metal proyectados por el arquitecto Ramón María Riudor Capella (1868- 1938).

En 1916 se terminarán las obras de restauración de la sala del Descendimiento de la Virgen, o de la Escolanía, con un altar del arquitecto Enric Sagnier Villavecchia (1858-1931) donde estuvo el relieve de mármol que representaba el Descendimiento, obra del escultor Josep Llimona Bruguera (1864-1934). En la sala quedó la pintura de la Coronación, de Galofre Oller cedida por los canónigos de la sede, y la pintura que regaló el Consejo de Ciento en 1688 conmemorativa del fin de la plaga de langostas. En 1917 el padre Gazulla publicó un interesante libro sobre la iglesia en el que se reproduce la planta del templo gótico que dibujó el arquitecto Lluís Domenech y Montaner.

El 24 de septiembre de 1918 se conmemoró el VII Centenario de la aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco, San Ramón de Peñafort y el rey Jaime I y en aquella ocasión el Papa Benedicto XV (Giacomo della Chiesa, 1914-1922) otorgó a la iglesia de la Merced el título de Basílica Menor. Fue entonces que el pintor Julio Borrell Pla (1877-1957) pintó el intradós de la bóveda mayor. Simultáneamente el escultor José maría Camps Arnau hizo un bajorrelieve que representa al obispo de Barcelona, el Dr. Reig Casanova, recibiendo del Papa las insignias basilicales. Se colocó encima de la puerta de la sacristía, frente al monumento al obispo Urquinaona.

En 1928, y en ocasión de los preparativos para la Exposición Internacional de 1929, el arquitecto Adolf Florensa (1889-1968) dirigió las obras de reforma de la fachada de Capitanía General. En el claustro se colocaron arrimaderos de azulejos con escudos de priores mercedarios y capitanes generales, que sustituyeron a los primitivos azulejos del siglo XVII, obra de Lorenzo Pasolas, que habían desaparecido a finales del siglo XIX.

La destrucción de 1936 

Y llegó la terrible destrucción de julio de 1936. Todo lo que pasó en la iglesia de la Merced lo describió, punto por punto, mosén José Sanabre, archivero de la diócesis de Barcelona. La tarde del 19 de julio la chusma frenética invadió el edificio de Capitanía General y, a acto sseguido, se dirigió a la iglesia de la Merced exigiendo su destrucción. No fue hasta el día siguiente que, acompañados de la fuerza pública, pudieron penetrar en el templo después de disparar numerosos balas de fusil contra la fachada. Acto seguido prendieron fuego en el interior de la iglesia de manera que se quemaron las pinturas de la bóveda mayor, se ahumaron los frescos la de la cúpula. Las tribunas de madera, el órgano y todas las imágenes de los altares laterales quedaron destruidas. Los bomberos velaron para que el fuego sólo quemara la iglesia y no pasara a lasviviendas cercanas. El fuego fue avivado de nuevo en varias ocasiones los días posteriores.

La imagen de talla de la Virgen fue lanzada desde el camarín sobre el Sagrario del altar mayor y, días después, otros revolucionarios la tumbaron en el suelo frente al altar.



El padre Luis Pelegrí Nicolás, beneficiado de la iglesia y martirizado por esta razón el 29 de marzo de 1937, se propuso rescatar la imagen gótica. Después de enterarse de cómo había quedado la imagen pidió ayuda a una familia de la parroquia bien relacionada con el Consejero de Gobernación de la Generalitat de Cataluña, don José María España Sirat. A las cuatro de la tarde del 27 de julio salieron de la Consejería de Gobernación tres agentes de la confianza del Consejero, junto con dos carabineros, dos guardias de asalto y dos guardias civiles. Se les unió la señorita Teresa Coll, que había gestionado la operación con el Consejero. El grupo, en una camioneta, se desplazó a la Merced con el pretexto de recuperar la caja fuerte con las joyas de la Virgen y que los asaltantes no habían localizado porque estaba en un muro del camarín. Vaciada la caja bajaron al presbiterio y, al pasar por delante de la imagen caída frente al altar, la Srta. Coll sugirió que también podrían llevarse aquel objeto de arte.

Los componentes del grupo se quedaron sorprendidos ante la insólita propuesta pero uno de los agentes que había sido instruido por el Consejero y el cerrajero que abrió la caja fuerte apoyaron la idea y, por fin, la imagen que fue depositada en la furgoneta y tapada con una sábana que, intencionadamente, tenía la Srta. Coll. Fueron entonces a Capitanía donde tenían que recoger otra caja de caudales que había estado en la rectoría. Una vez en el patio central, fuera de la curiosidad pública bajaron de la camioneta la imagen de la Virgen y la escondieron dentro de un cuarto debajo de la gran escalera donde estaban los utensilios de limpieza y donde también se habían depositado los restos mortales de Santa María de Cervelló.

El conserje de Capitanía cuidó los sagrados objetos a lo largo de dos meses. El 28 de septiembre de 1936 el Director del Servicio de Museos de la Generalitat ordenó el traslado de la imagen y del sarcófago de Santa María de Cervelló al Museo del Palacio Nacional de Montjuïc donde restauraron ambas piezas. Después del traslado, el cuerpo de Santa María de Cervelló quedó abandonado en Capitanía. Lo recogió el arquitecto Josep Francesc Ràfols Fontanals (1889-1965), entonces incorporado al Servicio de Guardamuebles de la Generalidad y lo tuvo escondido en su casa hasta 1939 e incluso sirvió como altar y se celebró misa encima del cuerpo de la santa, clandestinamente, varias veces. El Consejero España tuvo que exiliarse el 23 de octubre de 1936 ya que su vida corría peligro por haber protegido a religiosos y objetos de culto.

La iglesia de la Merced quedó abandonada, presentando un aspecto desolador, totalmente destruía la sala del Descendimiento, junto al camarín, donde ardieron los cuadros del sueño de San José y la plaga de la langosta. Los arcángeles de la puerta de San Miguel fueron igualmente destrozados así como las imágenes de San Joaquín y Santa Ana de Ramón Amadeu, San Hipólito y San Antonio del altar de San José Oriol, los arcángeles de Salvador Gurri de la capilla del Santísimo y, en el altar de Santa María de Cervelló, las imágenes de San Antonio de Pere Serra, Santa Isabel de Enrique Clarassó y San Pedro Nolasco de Amadeu.

La reconstrucción 

Terminada la guerra, se empezó inmediatamente el proceso de restauración con la ayuda de los Capitanes Generales señores Álvarez Arenas, Orgaz y Kindelán que pusieron a disposición de la parroquia los batallones del arma de Ingenieros. La reconstrucción del camarín la inició el arquitecto Juan Ventura Pòlit y colaboraron también sus colegas Francisco Folguera Grassi (1891-1960), Camilo Pallàs Arisa (1918-1982), José M. Sagnier y Luis Bonet Garí.

Entre 1939 y 1947 se rehízo el pavimento de la nave, los altares laterales, las sacristías y la capilla del Santísimo.

Entre 1948 y 1955, se trabajó en el camarín y en la sala del Descendimiento. En 1956 se colocó la nueva imagen de la Virgen en lo alto de la cúpula, ya que la anterior fue derribada y fundida al inicio de la guerra civil. Es obra de los hermanos Miguel (1879 a 1959) y Luciano (1880-1951) Oslé Sáenz de Medrano, de bronce y hecha en una fundición de Valls.

Francisco Folguera dibujó las puertas de la sacristía y del camarín. En las pechinas de la cúpula y en los arcos del presbiterio hay pinturas al fresco de José Obiols Palau (1894-1967). Pallàs dirigió la restauración de la puerta de San Miguel y Luis Bonet hizo la escalera del camarín en 1972, en el mismo año en que Pablo Macià Pons hizo las pinturas decorativas del intradós de la bóveda de la nave. Oriol Sunyer Gaspar (1923-1990) hizo el nuevo trono de plata de la Virgen.

Durante las obras de restauración, en 1942, se encontró enterrada una imagen de terracota de la Virgen que estuvo en el tímpano de la iglesia gótica. Fue llevada al Museo Diocesano. En 1950, se instaló en el museo Vicente Ros de Martorell uno de los arrimaderos cerámicos del siglo XVII procedente del claustro del antiguo convento. En 1960 se terminó la restauración del altar mayor que, en 1967, se adelantó, de acuerdo con las normas litúrgicas conciliares.



Últimas actuaciones en la iglesia 

En 1963 se celebra el LXXV aniversario de la coronación canónica de la Virgen y se estrenó el nuevo trono de plata. El 26 de julio de 1964 el obispo de Barcelona doctor Gregorio Modrego Casáus estableció la Hermandad de la Virgen de la Merced, y en el curso de mismo año se quitaron las vestiduras de la imagen, para poder ser contemplada tal como la esculpió en el siglo XIV Pedro Moragas. El 22 de febrero de 1976 visitaron la Basílica los Reyes de España y el 7 de julio de 1981 murió el rector don Lorenzo Castells Pujol que no pudo llegar a ver la nueva plaza de la Merced frente a la fachada principal, tras el derribo de una manzana de casas, que había sido una de sus mayores ilusiones.

En la plaza, en febrero de 1983, se instaló la fuente de Neptuno inaugurada el 24 de abril de 1826 en el muelle de Pescadores del puerto. Es obra de Adrián Ferran Vallés (1774-1840). La parte escultórica de la fuente es de Celedonio Guixà.

En 1992 quedó restaurado el antiguo palacio Girona, frente a la iglesia, destinado a Registro Civil. Durante 1990 y 1991 se procedió a la refracción del pavimento de la iglesia y a la limpieza de la fachada principal bajo la dirección del arquitecto Jorge Bonet Armengol.

El 21 de enero de 1992 se impuso la medalla a las primeras damas de la Hermandad de la Merced.


La iglesia de la Merced 


La iglesia de la Merced es un claro ejemplo de la arquitectura barcelonesa del siglo XVIII con características marcadamente clásicas. Su arquitecto José Mas Dordal se inspiró en el estilo clasicista francés de los Luises aunque contiene elementos ciertamente barrocos dentro de una gran sencillez de líneas. La cúpula es obra de Juan Martorell, de 1888; también tiene un cierto aire francés dentro del eclecticismo de la época. Mantiene un estilo semejante con el edificio del Crédito Mercantil (1900), en la plaza de la Merced.

La estructura interior de la basílica conserva las líneas originales arquitectónicas, aunque no las decorativas, puesto que fue necesario rehacer los altares a partir de 1939.

El altar mayor tiene encima la apertura del camarín o cámara angélica y todo el presbiterio está forrado de mármoles de diferentes colores.

A derecha e izquierda del presbiterio están las puertas del camarín y de la sacristía e, inmediatamente, se halla el crucero o transepto con los altares de Santa María de Cervelló, a la derecha, y el de San Pedro Nolasco a la izquierda.

En la parte del Evangelio (a la izquierda mirando al altar) están los altares laterales entre contrafuertes que corresponden a San Miguel, la Virgen de los Dolores, que conduce a la capilla del Santísimo, la Virgen de la Esperanza, la del Santo Cristo y la capilla bautismal. En la parte de la Epístola están los altares dedicados a San José, la Virgen de los Desamparados, San Ramón de Peñafort y San Ivo, todos ellos con imágenes modernas.

Para acceder al camarín se puede subir al presbiterio y cruzar la puerta, que es a su vez mausoleo del obispo Urquinaona, remontar la escalera hasta el antecamarin y de allí a la cámara angélica o camarín de la Virgen. Actualmente se puede acceder por una puerta situada a la izquierda del crucero, sin necesidad de acceder al presbiterio.

La devoción de los barceloneses por la Virgen de la Merced ha sido intensa y continuada y son multitud los feligreses, barceloneses y de cualquier punto de toda Cataluña, de España y de América que se visitan la basílica para orar ante la Virgen.

El día 24 de septiembre la multitud que acude al templo lo hace totalmente insuficiente en capacidad para acogerlos. Las autoridades, los miembros de la Hermandad y todos los feligreses rodean la figura del Arzobispo que concelebra con el señor rector y otros sacerdotes.

La Fiesta Mayor de Barcelona es precisamente la fiesta de la Merced y el oficio en la Basílica su acto capital.

La costumbre de los equipos deportivos que ofrendan a la Virgen los trofeos que consiguen en los diferentes campeonatos es otra muestra de la popularidad y estima ciudadana por el santuario.

Los catalanes que viajan por las Américas ven con ilusión las numerosas iglesias de la Orden Mercedaria con su escudo de la cruz de la catedral de Barcelona y las cuatro barras de Aragón.

La Ciudad Condal tiene en la basílica de la Merced uno de sus mejores atractivos, de carácter espiritual y artístico y punto de referencia internacional de piedad mariana.

Barcelona, viernes, 20 de marzo de 1992.
Joan Bassegoda Nonell,
De la Hermandad de la Virgen de la Merced.






Archivo histórico de la Basílica 

Documentos gráficos, grabados varios, testimonios, cartas, rótulos, y correspondencia que dan fe del paso del tiempo pero también ofrecen información muy útil de nuestra historia.

Galería de imágenes de la Basílica

Galería de imágenes. Fotos Falcón

 
Colección de estampas en blanco y negro

Colección de estampas en color

Colección de postales

Colección de grabados

Colección de carteles publicitarios de la época

Selección de documentos históricos

Estatutos de la Pía Unión de San Miquel Arcángel

Homenaje con motivo de los 25 años de la Coronación de la Virgen

Certificados antiguos


Carteles de las Fiestas de la Mercè

Colección de planos

Dibujos de Josep Obiols


Fotografías de archivo histórico




Espiritualidad mercedaria


La basílica de la Merced de Barcelona guarda el tesoro más hermoso de la espiritualidad mercedaria. Imagina que entras en el recinto sagrado; y en lo alto, en el centro, enmarcada en resplandores la imagen de María. 
Sobre el frontis de la puerta en la fachada exterior una frase latina, tomada del libro del Apocalipsis nos pone sobre aviso: Una mujer vestida de sol, con la luna bajo los pies y coronada de doce estrellas. 
Y es que la Orden de la Merced tiene arraigada profundamente la devoción de María como una señal de su espiritualidad. 
María, la madre de Dios, madre de Jesucristo, es la Madre del Redentor, la que ha engendrado a nuestro Salvador. 

El título con que se conoce es Merced, que significa don, regalo, pago y rescate; y que hace referencia al carisma y trabajo apostólico de los mercedarios a lo largo de ocho siglos que es la redención de cautivos, prisioneros por su fe. El carisma de redención se llamaba en la Edad Media, obra de Merced; y por la labor realizada a los mercedarios y a la advocación de María, se le tituló de la Merced. María de la Merced es madre de los cautivos, de todos los prisioneros y encarcelados, que se dirigen a Ella con la esperanza de la libertad. 
¿De dónde brota el aspecto mariano de la espiritualidad mercedaria? Del evangelio de Juan 19, 25-27. Jesús mismo pone en manos del discípulo amado a María, a la que le da el título de Madre. María se convierte en la madre de la humanidad y de la familia de los discípulos de Jesús. Se une en la cruz de Jesús, su redención y la maternidad universal de María. 

Siendo importante la figura de María, en la espiritualidad mercedaria, como clave de bóveda se encuentra la identificación con Jesucristo Redentor. 
La vida mercedaria tiene como centro a Cristo que se identifica con los pequeños del Evangelio, los cautivos. Se construye un paralelismo entre la redención obrada por Jesucristo, por medio de la entrega de su propia vida ha redimido a la humanidad cautiva del poder del pecado, con la liberación de las cadenas de la opresión y de la cautividad, que también es necesario romper para devolver la libertad. Y siguiendo la clave de identificación, debe hacerse incluso con la ofrenda de la propia vida. El mercedario trata de vivir su vida haciéndose reflejo de Cristo en su misterio redentor. ¿De dónde brota el aspecto de identificación con Cristo de la espiritualidad mercedaria? Del evangelio de Mateo 25, 31-46. En ese juicio universal, Jesucristo se ha identificado con los más pequeños (hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos y encarcelados): lo que hicisteis con uno de ellos, conmigo lo hicisteis. Cuando los primeros mercedarios expresaron en el proemio de las constituciones de la Orden de la Merced en 1272, modificaron el texto para expresar justamente cómo había que vivir esta identificación con Cristo Redentor: estuve en la cárcel y me visitasteis, enfermo y vinisteis a verme; porque entregaban su vida por los cautivos y los pobres enfermos en sus casas-hospitales de santa Eulalia (sobre el que se levanta la actual Basílica de la Merced de Barcelona).

​P. Manuel Anglés, OM 





Santos y Beatos mercedarios


SAN PEDRO NOLASCO

Pedro Nolasco nació entre los años 1180 y 1182 en Barcelona. Sus padres habrían sido nobles o, lo más seguro, mercaderes. No se tienen mayores datos acerca de su infancia y adolescencia. No se sabe exactamente la edad en que Pedro quedó huérfano; algunos aseguran que perdió a su padre cuando tenía poco más de 15 años. Otros hablan de 20 y algunos de 25 años. La muerte de su madre acaeció inmediatamente después de la de su padre. Es en ese momento donde brota su vocación singular: dedicarse a la liberación de los cristianos caídos como esclavos en manos de los moros, ya sea por la piratería, las razzias nocturnas o en las escaramuzas militares. Los esclavos cristianos en manos de los musulmanes recibían el nombre de cautivos y se les sometía a toda clase de servicios duros y humillantes. La condición de cautivo se asemejaba a la de un animal u objeto en manos de un amo. Pedro Nolasco, por su condición de mercader, conoce esta trágica situación y sabe que una de las maneras de liberarlos es a través del pago de un rescate. Por ello, no duda en vender todas sus pertenencias. Su gesto, a pesar de la reserva y humildad con que lo realiza, no pasa inadvertido y algunos jóvenes lo imitan. Juntos hacen diversas redenciones, liberando a prisioneros cristianos a cambio de dinero. Se sabe que en 1203 estuvo en Valencia y devolvió a sus hogares a cerca de 300 cautivos. Los fondos aportados por todos se agotan y maduran la idea de pedir limosna para ese fin específico, convencidos que sólo cuando se ha dado todo, se puede empezar a pedir. En Barcelona se les cede el cuidado del hospital de Santa Eulalia, donde Pedro Nolasco es nombrado Procurador de las Limosnas para los cautivos. Viajan por diversos pueblos y ciudades para recoger limosnas y donativos para tal fin. En la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, cercano a los cuarenta años, Pedro Nolasco tiene una fuerte experiencia espiritual. La Virgen María se le aparece para orientarlo y avalarlo en su tarea de liberación. Por ello debe organizarse, estructurando mejor la empresa redentora, y concibe la idea de fundar una orden religiosa: la Orden de la Merced, que en sus orígenes tendría un carácter semi militar y seria conocida como Orden de Santa Eulalia. La Fundación de la Orden se realiza el día 10 de agosto de 1218 en la catedral de Barcelona, dedicada a la Santa Cruz y a Santa Eulalia, en ceremonia abierta, con testigos del pueblo, presidiendo la ceremonia el obispo Berenguer de Palou y el rey Jaime I, adolescente en aquellos momentos. Pedro Nolasco se puso a la cabeza de la nueva familia religiosa, que después tomó el nombre de "Santa María de la Merced para la redención de los cautivos" y se impuso un ordenamiento jurídico semejante al de las órdenes de caballería y militares, aunque diferenciándose claramente de ellas en el espíritu, la finalidad y los medios. El fin específico de la Orden se fijó en la "visita y redención" de los cautivos cristianos, sellada con el Cuarto Voto de redención por el cual el Mercedario se compromete a dar la vida, si es necesario, por la libertad del cautivo en peligro de perder su fe. El Rey Jaime I asignó a los frailes de la Merced, como primera residencia, el viejo hospital de Santa Eulalia, vecino al palacio real. Más tarde, en 1235, se instalan en su nueva sede cerca del mar. Pedro Nolasco tiene la alegría de ver aprobada su Orden por el Papa Gregorio IX mediante la bula “Devotionis Vestrae”, el 17 de enero de 1235. La fecha más comúnmente aceptada de su muerte es el 6 de mayo de 1245. A esa fecha la Orden contaba con unos cien hermanos religiosos. La herencia redentora de Pedro Nolasco quedó fijada en las Constituciones de la Orden de 1272, que constituyen una especie de carta magna de la liberación Mercedaria. Pedro Nolasco fue proclamado beato en 1628. Finalmente, el 11 de junio de 1664, gracias al Papa Alejandro VII, pasó a ser considerado santo a todos los efectos.


SAN PEDRO ARMENGOL

Pedro Armengol, vástago de la familia de los condes de Urgel, nació en Guardia del Prats, Tarragona, España, en 1238. Tuvo una infancia tranquila, aunque quedó huérfano de madre cuando todavía era pequeño. Muy joven cayó en las redes de la mala vida, situación que lo llevó a abandonar a su familia y dedicarse al bandolerismo. Al mando de un grupo de forajidos sembró el terror en ciudades y pueblos, hasta que en una de sus correrías fue apresado por su propio padre, que era jefe de una de las unidades de los reales ejércitos de Aragón. Este hecho lo conmovió profundamente y decidió cambiar de vida. Sometido a juicio, fue indultado por el Rey Jaime I de Aragón y después de solicitarlo varias veces, logró ser admitido en la Orden de la Merced. Una vez ordenado fraile, fue nombrado redentor y le correspondió viajar varias veces al África y a Andalucía para liberar a los prisioneros cristianos que estaban cautivos de los musulmanes. En el año 1266 logró liberar a unos prisioneros en la ciudad de Bugía, con la condición de quedarse él como rehén mientras se reunía el dinero para el rescate. Debido a que el estipendio fijado no llegó dentro del plazo establecido, los musulmanes lo colgaron de un árbol, pero fue salvado por un milagro de la Santísima Virgen que lo mantuvo con vida varios días, hasta que otro fraile llegó con el dinero del rescate. Cuando su compañero reclamó el cadáver de Pedro Armengol, se encontró con la sorpresa de que éste aún vivía. Como testimonio de su martirio, conservó siempre el cuello torcido y el rostro macilento hasta el fin de su vida. De regreso a España, Fray Pedro Armengol vivió algunos años en la Casa Madre en Barcelona, retirándose luego al convento de Santa María dels Prats, donde en 1304 finalizó santamente sus días. Los papas Urbano VIII, el 3 de marzo de 1626 e Inocencio XI, el 8 de abril de 1687, confirmaron su culto inmemorial. 



SANTA MARIA DE CERVELLÓN

Nació en Barcelona en 1230. De noble familia, sus padres la educaron en la vida cristiana y en el ejercicio de la caridad. Su madre la guiaba en las visitas a los hospitales y a los pobres, a los que ella trataba de ayudar de la mejor forma posible. De una rara belleza, no sólo física sino también espiritual, fue pretendida por varios jóvenes nobles y estimulada al matrimonio por sus parientes, pero ella, guiada por el sacerdote mercedario Bernardo de Corbera (Beato de la Orden) decidió consagrarse al Señor vistiendo el hábito Mercedario el año 1260. Aunque continuó viviendo con su familia, según lo establecía la Orden, llevaba una vida retirada, dedicando su tiempo a la oración y a las obras de caridad. Su ejemplo fue seguido por otras mujeres que quisieron imitar su estilo de vida. Cuando murió su padre, María convenció a su madre para que se trasladaran desde la suntuosa casa que habitaban a otra más humilde y pobre, vecina al convento de la Merced, donde vivieron casi cinco años. En el año 1265 murió su madre y ella, después de entregar todos sus bienes para la redención de los cautivos, se dedicó a una vida aún más mortificada y fervorosa. Junto a las mujeres que habían imitado su ejemplo de vida se presentó a Fray Bernardo Corbera y éste, autorizado por los superiores de la Orden, instituyó para ellas una vida en común que comenzaron el 25 de marzo de 1265, después de pronunciar en la Iglesia de la Merced los votos de pobreza, obediencia y castidad, a los cuales añadieron una promesa especial de trabajar por la redención de los cautivos. Intensificó su vida con más penitencia, oración y caridad, rezando principalmente por los navegantes y, de modo especial, por los religiosos redentores de la Orden expuestos a las tempestades y a los piratas en sus largos viajes al África para redimir cautivos. La tradición habla de numerosos milagros efectuados durante ese tiempo, salvando a muchos navegantes de una muerte segura, razón por la cual el pueblo le dio el nombre de María del Socorro. Su caridad se volcó visitando a los enfermos, ayudando a los médicos en sus curaciones y hacia los cautivos liberados, muchos de ellos postrados física y moralmente. A ellos no sólo les devolvía la salud del cuerpo, sino que además hacía resurgir en sus almas la fe olvidada. María murió en Barcelona el 19 de septiembre de 1290 y fue sepultada en la iglesia de los Mercedarios, lugar donde se conserva su cuerpo incorrupto. Su culto fue confirmado por el Papa Inocencio XII el 15 de febrero de 1692. 


SAN SERAPIO

Serapio Scott, de origen anglosajón, nació por el año 1179 en las Islas Británicas. Como soldado del Rey Ricardo Corazón de León fue dos veces a Tierra Santa, en la tercera y la quinta Cruzada. En el año 1212 viaja a España con el archiduque Leopoldo de Austria, para ayudar al Rey Alfonso en la guerra santa contra los moros, participando en la batalla de las Navas de Tolosa. Aproximadamente en 1220 fue destinado para acompañar a Beatriz de Suecia a España, quien iba a contraer matrimonio con Fernando de Castilla. Allí se estableció y conoció la Orden de la Merced, a la cual ingresó en1222. Fue nombrado redentor en 1225 y realizó varias redenciones en algunos territorios invadidos por los musulmanes. En una de ellas, el año 1240, quedó como rehén, dispuesto a cumplir el cuarto voto de la Orden: "Quedarse en rehenes; dar la vida si fuere necesario". El dinero del rescate no llegó a tiempo y el Rey de Algeria, su captor, ordenó que le crucificaran y le arrancaran las vísceras estando aún con vida, con el fin que renunciase a su fe cristiana. Fue un religioso de extraordinaria santidad y virtud, ejemplar en la práctica de la abstinencia, fervoroso en la oración y dotado de ardiente caridad en la redención de los cautivos. El culto que se le ha tributado como mártir fue confirmado el 14 de julio de 1728 y el 21 de agosto de 1743 se le inscribió en le Martirologio Universal de la Iglesia Católica. La Orden Mercedaria lo considera Patrono de los Enfermos. En San Serapio se valora la vida consagrada Mercedaria sin el orden sacerdotal. 


SAN RAMÓN NONATO

Nació en Portell, en las cercanías de Cervera (Lérida) en el año 1200. Sus padres eran descendientes de la antigua y noble casa de los Vizcondes de Cardona. Según la tradición fue extraído del vientre de su madre fallecida en el parto. Debido a ello el pueblo le dio el apodo de "Nonato" (no nacido), que con el tiempo se convirtió en su apellido y que él nunca cambió. No se tienen mayores datos acerca de su niñez y adolescencia. En el año 1221 ingresó en la Orden de la Merced, fundada tres años antes, en 1218, y entabló con Pedro Nolasco una relación de profunda amistad. Ya como sacerdote dejó oír su voz de gran predicador, recorriendo las ciudades y pueblos de Cataluña, hablándole a la gente en su lenguaje simple, pero profundo. Su palabra y, sobre todo, su testimonio de vida, atraían a las personas y aquellos de mala vida se rendían a su elocuencia, volviendo a tomar el camino del bien. Nombrado redentor, recorrió Valencia y Argel. En este último lugar, en 1226, logró liberar a 140 cautivos. Mientras se reunía el dinero para el rescate se quedó como rehén de los musulmanes, sosteniendo la fe de los muchos que allí quedaban y que estaban en serio peligro de perderla. Cumplida la misión volvió a Barcelona. En 1229, en África, libera a 150 cautivos y luego en Bujía, el año 1232, libera a 228. En esos lugares discutía públicamente con los judíos y musulmanes. El año 1239 realizó su última redención. Unos dicen que en Túnez, otros que en Argel. Allí se quedó también como rehén y aprovechaba la poca libertad que tenía para predicar en los lugares concurridos. Su figura, aún en ese ambiente hostil, ejercía una atracción a la que era difícil sustraerse. Sus verdugos, para evitar que convirtiera al cristianismo a sus carceleros, le practicaron dos orificios en los labios con un hierro candente y le pusieron un candado en la boca, el cual abrían sólo para darle agua y pan, su único alimento. En esas condiciones soportó ocho meses de prisión y de varias torturas, hasta que Pedro Nolasco logró entregar la suma del rescate y liberarlo. El Papa Gregorio IX le demostró toda su admiración haciéndolo cardenal en el año 1239, con el título de San Eustaquio, y lo llamó a su lado como consejero. De camino a Roma murió en Cardona, el último domingo de agosto del año 1240, precediendo por algunos años en la tumba a Pedro Nolasco, su gran amigo y consejero. En el año 1625 se aprobó el culto inmemorial que le tributaban en la capilla de San Nicolás de Portell, lugar de su extraordinario nacimiento, y en el año 1677 su fiesta fue extendida a toda la Iglesia. Se le atribuyen numerosos milagros. Se le considera protector de las embarazadas, patrono de la vida y de las matronas. 


SAN PEDRO PASCUAL

Nació en Valencia, en ese momento en poder de los musulmanes, hacia el año 1227 y murió en Granada en el año 1300. No hay mayores datos sobre su niñez y adolescencia. Sólo se sabe que, iniciada su carrera eclesiástica, fue a perfeccionar sus estudios a París, doctorándose en la Sorbona. De regreso a España se hizo religioso Mercedario y se dedicó a la redención de los cautivos. En esa época hizo gran amistad con el príncipe Sancho, hijo del Rey Jaime I de Aragón. El Papa Bonifacio VII lo eligió Obispo de Jaén el 13 de febrero de 1296. El 20 de febrero de ese año fue consagrado por el Cardenal Acquasparta en la capilla de San Bartolomé de la isla tiberina en Roma. Cuando realizaba la visita pastoral a su diócesis cayó prisionero en manos de los musulmanes, permaneciendo cautivo cerca de tres años. En las mazmorras de Granada escribió varias obras para defender la fe católica contra los musulmanes y los judíos, y para mantener viva la esperanza de los cristianos que estaban cautivos junto a él. Entre ellas se encuentran "Glosa a los Diez Mandamientos", "Glosa al Padre Nuestro", "Biblia Pequeña" y "Vida de Cristo". Basta analizar sus escritos para evidenciar, sin ninguna duda, su condición de Mercedario. Es destacable, sobre todo, se defensa de la Inmaculada Concepción de María, cosa muy normal en la Orden Mercedaria. Después de muchos sufrimientos, el 6 de enero de 1300 fue decapitado por los musulmanes, aún vestido con los ornamentos con los que había celebrado la Santa Misa. Sepultado en la catedral de Baeza, su sepulcro ganó celebridad por las gracias que el Señor concedía por su intercesión. Su culto inmemorial fue confirmado por la Iglesia en 1670 y su canonización se llevó a efecto en 1675. 


BEATA MARIANA DE JESÚS

Mariana de Jesús nace en Madrid el 17 de enero de 1565; sus padres, Luis Navarro y Juana Romero la hicieron bautizar cuatro días después de su nacimiento. Cuando Mariana tenía nueve años perdió a su madre quedando a cargo de sus cinco hermanos pequeños junto a su padre, quien contrae al tiempo después nuevo matrimonio lo que atrajo a Mariana muchos sufrimientos. A la edad de 23 años padre y madrastra quieren imponerle matrimonio para deshacerse de ella, mas ella renuncia a tal propuesta y se consagra a Dios, pues ya había elegido Esposo. No le fue fácil convencer a su padre y pretendiente de esta su libre decisión; debió luchar contra ellos, llegando a cortar su cabello por sus propias manos para desanimarlos. Hecha la opción por seguir a Jesucristo, Mariana se entregó a la oración y a la vida retirada, lejos de las preocupaciones familiares y del mundo. No le fue nunca fácil. En este camino necesitó de la ayuda de sus confesores y director espiritual. Debió sufrir grandes aflicciones espirituales al no ser comprendida por su primer director espiritual, el padre Mercedario Fr. Antonio del Espíritu Santo. El mismo confesor le recomendó buscar a otro, cosa que aconteció en el Santuario de la Virgen de los Remedios en Madrid; el Mercedario Fr. Juan Bautista González fue su confesor hasta la muerte de Mariana. Ella misma ha dejado memoria de la ayuda y sabiduría de este santo religioso, fundador de los Mercedarios Descalzos y conocido como Fr. Juan Bautista del Santísimo Sacramento. Este confesor y director espiritual supo comprender y guiar el espíritu de Mariana por la senda de la santidad imitando al Divino Maestro. Mariana de Jesús sobrellevó un gran calvario físico y espiritual y, una vez liberada de la tutela paterna, ubicó su residencia al lado del convento de los Mercedarios ya que por sus limitaciones de salud física, no podía profesar como religiosa. Es Mariana un excelente modelo de santidad laical en la Orden de la Merced. Supo descubrir en sus aflicciones físicas también un camino para la santidad. Desde su pequeña casa atendió las necesidades de los pobres y enfermos, cosa que no le impidió dedicarse al cultivo de la piedad hacia la Santísima Virgen y al Santísimo Sacramento con el cual mantenía su unión fecunda y constante. Comprendió Mariana que a Cristo Sacramentado le agrada más estar en los corazones de los fieles y no tanto en los hermosos sagrarios, porque éstos no aman como lo puede hacer el corazón humano. Cultivó la unión amorosa de día y de noche con el Señor en la Eucaristía. Mariana fue admitida a la profesión como terciaria Mercedaria en 1616, después de haber superado las dificultades de su salud física y las congojas de su espíritu. De esta manera, Mariana asumía el camino de la espiritualidad redentora Mercedaria tan acorde con los sufrimientos que llevaba en su cuerpo desde pequeña. El milagro de la Beata Mariana es sorprendente. Su cuerpo estaba debilitado por causa de los males que sufría. Murió el 17 de abril de 1624. Su cuerpo permaneció dos días para que los fieles pudieran demostrarle su postrer homenaje. El cuerpo de Mariana permanece incorrupto y flexible. Ha sido sometido a análisis médicos y la constatación es la misma: el cuerpo de Mariana está incorrupto y flexible. El 18 de enero de 1783, el Papa Pio VI la declaró Beata y la fiesta de su beatificación se celebró en el Vaticano el 25 de mayo de 1783. Al cumplirse 300 años de su muerte en 1924 nuevamente se examinó su cuerpo encontrándoselo incorrupto y oloroso. En 1965, al celebrar los 400 años del nacimiento de Mariana, se vuelve a constatar lo mismo. 


BEATA MARGARITA LÓPEZ DE MATURANA

Nació en Bilbao (España) el 25 de julio de 1884. Fue bautizada con el nombre de Pilar. Mantuvo toda la vida una relación afectiva y espiritual muy intensa con su hermana gemela Leonor. Siendo adolescente, su madre, intentando alejarla de una amistad prematura con un joven marino, decidió llevarla al colegio internado de las religiosas Mercedarias en Bérriz. Allí sintió la llamada de Dios a una consagración total como religiosa misionera. A los 19 años, el 10 de agosto de 1903 ingresó en la Congregación, tomando el nombre de Margarita María. Pocos días antes su hermana Leonor había ingresado en el noviciado de las Carmelitas de la Caridad, de Vitoria (murió misionera en Argentina, y su causa de beatificación está incoada). Desde el primer momento se entregó a Dios con una fidelidad total en su vida de monja de clausura. En 1924 las religiosas de clausura sopesaron su futuro como misioneras y unánimemente lo llevaron a la oración. Una mayoría estaba de acuerdo en introducir este cariz. Además, unos años antes Pilar, en el transcurso de una visita del padre general, le había confiado este sentir que les embargaba, y contaban con su aprobación. Se hicieron las gestiones pertinentes y en septiembre de 1926, una vez obtenida la dispensa de la clausura, un primer grupo de religiosas en el que iba Pilar comenzó su acción en China; luego llevaron el evangelio a Japón. Llenas de fe superaron los conflictos de la guerra y sortearon los riesgos de la persecución y de la cárcel. Si veían venirse abajo la obra que tanto les había costado poner en pie, volvían a impulsarla con el vigor del primer momento. Llegó un punto en el que se plantearon la profunda transformación que requería la vida que habían adoptado. Ello suponía emitir su juicio respecto al paso de la clausura a otra nueva forma: un Instituto Misionero. Y el 23 de mayo de 1930 en votación secreta todas las monjas dieron el veredicto afirmativo, con lo cual se cumplió el sueño de la beata. Murió el 23 de julio de 1934, dos días antes de cumplir 50 años. El 16 de marzo de 1987, Su Santidad el Papa Juan Pablo II firmó la declaración de sus virtudes heroicas y la proclamó venerable. Fue beatificada en la Catedral de Bilbao en octubre de 2006.


BEATOS P. MARIANO ALCALÁ Y 18 COMPAÑEROS MÁRTIRES

El P. Mariano Alcalá, once sacerdotes y siete hermanos cooperadores, todos ellos, religiosos mercedarios sufrieron martirio por su condición de sacerdotes y religiosos en la persecución religiosa de 1936-39 en España, en los meses de julio, agosto, septiembre y noviembre de 1936 siendo los lugares de martirio las poblaciones de Andorra, Muniesa, Híjar, Estercuel en la provincia de Teruel, Binéfar (Huesca), Lleida, Barcelona, Matamargó (Lleida) y Lorca (Murcia). No eran desconocedores del ambiente hostil que se iba generando en aquellos años, como lo demuestran expresiones que figuran en las cartas que dirigen a sus familiares, como por ejemplo el P. José Reñé: “Si se nos pasa esta oportunidad, no tendremos otra…”, o el beato Jaime Codina: “Qué gran regalo ser mártir y morir por Cristo”, o el beato José Trallero: “Todo mi deseo sería morir mártir; ¡qué gloria!, ¡qué suerte!. Este era el ambiente martirial que se respiraba en las comunidades religiosas del momento y que explica que en medio de las dificultades no hubiera deserciones en la fe. Estaban preparados para llegar al último extremo de dar la vida por Cristo. Murieron rezando y perdonando a los que los mataban. El Papa Benedicto XVI el 19 de diciembre de 2011 autorizó la promulgación del decreto “super martyrio”. La beatificación fue el día 13 de octubre de 2013 en Tarragona (España). Los nombres de los diecinueve mártires son los siguientes: P. Mariano Alcalá Pérez; P. Tomás Carbonell Miquel; P. Francisco Gargallo Gascón; P. Manuel Sancho Aguilar; P. Mariano Pina Turón; Fr. Pedro Armengol Esteban Hernández; Fr. Antonio Lahoz Gan; Fr. José Trallero Lou; Fr. Jaume Codina Caselles; P. Josep Reñé Prenafeta; Fr. Antonio González Penín; P. Tomás Campo Marín; P. Francesc Llagostera Bonet; Fr. Serapio Sanz Iranzo; P. Enrique Morante Chic; P. Jesús Eduardo Massanet Flaquer; P. Amancio Marín Mínguez; P. Lorenzo Moreno Nicolás y Fr. Francesc Mitjà Mitjà





Fiestas mercedarias


  • 17 de eneroCONFIRMACIÓN CANÓNICA DE LA ORDEN DE LA MERCED: tuvo lugar en Roma el 17 de enero de 1235, por el Papa Gregorio IX.


  • 17 de abrilMEMORIA DE LA BEATA MARIANA DE JESÚS

  •  27 de abril, MEMORIA DE SAN PEDRO ARMENGOL

  • 6 de mayoSOLEMNIDAD DE SAN PEDRO NOLASCO: aunque en muchos calendarios no actualizados figura la fiesta de San Pedro Nolasco el 29 de febrero, su fiesta oficial es el 6 de mayo, coincidiendo con la fecha de su fallecimiento en Barcelona: el 6 de mayo de 1245. Coincidiendo con este día la Hermandad de la Merced celebra su Capítulo Mayor en la Basílica, con la incorporación de los nuevos hermanos. En otros lugares donde San Pedro Nolasco es fiesta patronal se suele celebrar como tradición una comida popular de cocido en ollas, que rememora que en la fiesta del santo se invitaba a los pobres a comer de balde.

  • 9 de julioFIESTA DE JESUCRISTO REDENTOR

  • 24 de julioMEMORIA DE LA BEATA MARGARITA LÓPEZ DE MATURANA: fundadora de las Mercedarias de Bérriz.

  • 2 de agostoFIESTA DEL DESCENDIMIENTO DE LA VIRGEN: conmemora la aparición de la Virgen de la Merced, en la noche del 1 al 2 de agosto, a San Pedro Nolasco instándole a fundar una orden religiosa para consolar y redimir a los cristianos cautivos. Es tradición en las comunidades mercedarias celebrar la Misa de medianoche este día.

  • 10 de agostoFUNDACIÓN DE LA ORDEN DE LA MERCED: en conmemoración de la fundación de la Orden de la Merced en la catedral de Barcelona, con presencia del obispo de la ciudad Berenguer de Palou y el rey Jaime I.

  • 28 de agostoFIESTA DE SAN AGUSTÍN: legislador de la Orden cuya Regla de vida siguen los mercedarios.

  • 31 de agostoFIESTA DE SAN RAMÓN NONATO: patrono de las mujeres gestantes y de las matronas. Fiesta mayor, con cientos de peregrinos, en el monasterio de Sant Ramon y de toda su comarca: La Segarra

  • 16 de septiembreMEMORIA DE LOS BEATOS P. MARIANO ALCALÁ Y 18 COMPAÑEROS MÁRTIRES: víctimas de la guerra civil española.

  • 19 de septiembreMEMORIA DE SANTA MARÍA DE CERVELLÓN: fundadora de las Mercedarias de la Orden de la Merced.

  • 24 de septiembreSOLEMNIDAD DE LA VIRGEN DE LA MERCED: solemnidad litúrgica en toda la Orden de la Merced y en los lugares donde sea la Patrona, como en la ciudad de Barcelona. La fiesta se suele preparar con una Novena previa y, en Barcelona, con una procesión solemne. El día de la Merced se celebra el 24 de septiembre en Barcelona como fiesta mayor desde 1868, cuando Pío IX declaró a la Virgen de la Merced como Patrona de la diócesis y de la ciudad, y la reina Isabel II lo declaró como día festivo. En Barcelona, el acto litúrgico principal es la Misa de 10 de la mañana con presencia de las autoridades civiles y militares.

  • 11 de octubreMEMORIA DEL BEATO JUAN NEPOMUCENO ZEGRÍ: fundador de las Mercedarias de la Caridad.

  • 6 de noviembreCONMEMORACIÓN DE TODOS LOS SANTOS DE LA ORDEN

  • 7 de noviembreCONMEMORACIÓN DE TODOS LOS DIFUNTOS DE LA ORDEN

  • 14 de noviembreMEMORIA DE SAN SERAPIO: patrono de quienes padecen males de huesos y articulaciones. Bendición y reparto del “aceite de San Serapio”.

  • 6 de diciembreSAN PEDRO PASCUAL: patrono de los estudiantes y formandos de la Orden.



Leyendas mercedarias


LA VISION DE LA NUEVA JERUSALÉN

En una noche de cansancio y de insomnio, Nolasco vislumbró la nueva Jerusalén del gozo compartido. Y comprendió. Somos eternos peregrinos hacia la Jerusalén celeste, caminantes sin descanso hacia la patria añorada. Vamos haciendo camino al andar, como afirmó Machado, aunque ya alguien –Cristo- se manifestó como camino. Pero caben diversos senderos que se alejan, a veces, para volver después al camino real. Nolasco pasó por indecisiones a la hora de elegir su propio camino vocacional. Los hagiógrafos las sitúan en diversos momentos de su vida. ¿Qué hombre no las tiene? ¿Es mejor la vida activa o contemplativa? ¿Inmiscuirse en los conflictos de la sociedad o retirarse a la dulce soledad? ¿Ser monje o redentor? Y una vez elegido el camino, fruto siempre de una decisión personal, del ejercicio de nuestra libertad, de una opción selectiva y arriesgada, caben cambios de dirección. Nolasco, el redentor, amante de la libertad de los demás, sufría viendo hasta qué punto su acción liberadora no suprimía el mal de raíz. Le dolía comprobar cómo, después de esfuerzos inauditos –suyos y de sus compañeros mercedarios- no desaparecía la ignominiosa lacra de la cautividad. Cuando estos pensamientos torturaban su conciencia, otra imagen visionaria viene a iluminar su horizonte: la visión de la Jerusalén celeste, que ha sido objeto de varios artistas, entre ellos, de un modo muy destacado, de Zurbarán. Nolasco entiende que, siempre que la elección esté centrada en la ciudad dichosa, cualquier camino es válido. La luz proyectada por la visión de la Jerusalén celestial disipa nubarrones en el camino vocacional. También aquí la leyenda es aleccionadora. 


LA VIRGEN DE LA MERCED PRESIDIENDO EL CORO

Dice la leyenda que Nolasco había pasado la noche preocupado, sin dormir apenas, considerando cómo la cautividad extiende sus garras sobre la inocencia de las gentes y vuelve impotencia nuestros pequeños gestos. Era demasiado grande la cautividad para ponerle freno con la ingenuidad de unos cuantos frailes y las limosnas recogidas por las veredas de los pueblos. En estos pensamientos andaba cuando le venció el sueño, apenas rozaba el amanecer con sus dedos la mejilla del horizonte. La madrugada parecía un remanso de paz y nadie en aquel convento tocó la campana que convocaba a la oración de maitines a todos los frailes redentores. De repente, como un suspiro, Pedro Nolasco se despertó acariciado por un rayo de sol que penetraba por la ventana de su celda en aquel viejo hospital y convento de Santa Eulalia que el rey Jaime I había regalado a la Orden como signo de su afecto y de su apoyo incondicional. Pensó que todos los frailes estarían ya en el coro, rezando maitines, mientras él se había quedado dormido. Se levantó aprisa, se lavó apenas la cara y salió disparado para el coro con el deseo de llegar al menos al final de la oración. Cuál sería su sorpresa cuando entró en el coro y vio a la Virgen, con el libro de las horas, rezando el oficio divino rodeada de ángeles. Jamás olvidaría Nolasco aquella visión ¿o aquel sueño?. María de la Merced fue desde aquel instante “La Comendadora” de la comunidad y su imagen preside, desde entonces, el coro y la oración de sus hijos mercedarios. Ella es, al lado de su Hijo en la cruz, el centro de nuestra vida, el estímulo de nuestras mejores esperanzas, la voz tierna que nos dice “Haced lo que Él os diga”. Nuestra familia lleva su nombre y profesa un amor inmenso a quien es fundadora y protectora de nuestra historia. Nuestra Orden sin ella, pierde su nombre, su consuelo y su mejor esperanza. Ella es y será siempre “La Comendadora” de nuestra fraternidad.

EL OLIVO DE NOLASCO

Nolasco y su obra se identificaban con la oliva. En medio de la aridez circundante, ella mantiene el verdor permanente de la esperanza y el fruto ansiado, que -después de ser triturado en el lagar del dolor- se transforma en el óleo de la consagración, en el aceite de suave fragancia y permanente alivio. Era un atardecer cárdeno y triste. Llegaba el redentor con su fatiga a cuestas, después de consumir sus ahorros en canjear cautivos y visitar mazmorras día y noche. El cansancio le venció, finalizada ya su oración, y en el recinto estrecho de su morada, tuvo el siguiente sueño: Se encontraba en un atrio, bajo un inmenso olivo, una oliva gigante que le cubría maternalmente, con el verde perenne de sus ramas. Se sentía inmerso en el lugar ameno, bajo el amparo de la vida pujante y multiforme. Pero de pronto llegan hombres siniestros, que con sus hachas intentan desmochar la oliva, cortarla de raíz y aniquilarla. Otros aparecen a su vera para ayudarle a preservar su vida de tamaño crimen ecológico. Nolasco -en su visión onírica- se siente maniatado, impotente, sin fuerzas para actuar. Está arrobado en la visión contemplativa. Escucha el recio golpe de las hachas sobre el tronco y las ramas. Ve las heridas crueles causadas por impulsos destructores. Sufre, a cada hachazo, como si se clavara en su misma carne. Se siente indefenso ante el mal en acción. Es entonces cuando los hombres buenos impiden que la oliva se aniquile, con su acción bienhechora. Y todos, asombrados, contemplan cómo se realiza el prodigio: A cada rama desgajada, a cada golpe en la raíz, retoñan nuevos brotes, se multiplican las raíces. La oliva era más fuerte que las fuerzas del mal. La vida era más fuerte que la muerte. La oliva retoñante no tenía nada que temer a la crueldad despiadada y destructora. Las heridas provocadas en sus viejas ramas provocaban retoños juveniles, energías renovadas, más vida y más frondosa variedad de brotes vigorosos. Guardó siempre Pedro Nolasco la impresión de esta imagen en su mente. Se esforzó en descifrar este emblema, visualizado en sueños y grabado en su fina sensibilidad. Fue comprobando a lo largo de su acción redentora cómo las fuerzas del mal no podrán nunca contra la Iglesia de Cristo. A partir de este sueño luminoso. Venció Nolasco toda tentación de pesimismo o desesperanza. Venció desde entonces la tentación de la tristeza: Sí, ¡un santo triste es un triste santo! 


EL ENJAMBRE EN SUS MANOS

Nació el niño Nolasco y le pusieron por nombre Pedro. Y, aunque era piedra, pronto supo de miel y de susurros melodiosos. Cuenta la leyenda que, siendo aún bebé, un enjambre de abejas emigrantes –en busca de colmena- aterrizó en la palma de sus manos, que se abrieron gozosas para acogerlas. Siempre fue Nolasco el de manos abiertas, no el de puño cerrado. Y en sus manos abiertas las abejas fabricaron panales de miel pura. El niño se extasiaba contemplando el vuelo apresurado de las dulces abejas y alguna vez se llevaba a los labios un dedito de miel, embadurnando su cara de ese néctar, de ese “oro potable”, el mismo que más tarde ofrecería al cautivo esclavizado, para aliviar su amarga condición. Cuando se hizo mayor, quienes lo vieron cuentan cómo seguía abriendo sus manos, puertas y corazones, para acoger y dar consuelo a todos. ¿Era un presagio de su vocación el enjambre en sus manos? ¿Se creó la leyenda para ilustrar su vida redentora, que tantas amarguras aliviaba? Nosotros contemplamos hoy sus manos con un panal dorado y sabrosísimo. Y esas manos de niño son las manos de todos los demás, de cada niño que –al venir a este mundo endurecido, hostil- recrea las caricias y anuncia la ternura. Las manos de un niño son una de las maravillas de la creación. En ellas está vivo el espíritu encarnado, se remansa la inteligencia en acción. Cerradas, como un diminuto corazón, o abiertas, como una flor de cinco pétalos, están siempre mendigando ternura, atesorando sensaciones nuevas. Manos acariciantes, suplicantes, aferrándose tercamente a cualquier objeto cercano, para apresar la vida que se estrena, para adquirir la certeza de que no se está solo, que siempre hay alguien o algo en cercanía amiga. Comenzamos a vislumbrar la belleza de la leyenda mercedaria del enjambre de abejas, que fabrica un panal dorado de dulcísima miel en las manos del niño Pedro Nolasco. Como premonición, como presagio, como temprana profecía de su admirable vocación de dulzura compartida, de amor ofrecido generosamente para lograr la libertad del cautivo, esa dulzura sin par del ser humano. ¡Mira a tus manos, tan vacías, pero cargadas de posibilidades, hasta convertirlas en susurro de abejas creadoras, en miel para tu hermano!





Quiero ser mercedario




Si quieres conocer más de la Orden de la Merced, o deseas dar una respuesta a tus dudas e inquietudes interiores para dilucidar qué es lo que Dios puede querer de ti y dar un sentido pleno a tu vida (como mercedario seglar, o voluntario, o para vivir en tu familia y trabajo nuestra espiritualidad o, por qué no, como religioso de la Orden de la Merced), ponte en contacto con nosotros. 



Te ayudaremos sin ningún compromiso en tu camino espiritual. 
​Entra en nuestra web. Estamos a tu disposición.









Família mercedaria


La FAMILIA MERCEDARIA constituye un árbol frondoso tanto en su rama masculina como femenina. Dentro de este gran árbol también tienen un papel muy destacado los laicos. Ellos comparten también el carisma, la espiritualidad, la misión y la vocación mercedaria en el estado de vida que tengan. Cada año, un domingo del mes de abril, tenemos una reunión general festiva en la que convivimos religiosos, religiosas y seglares mercedarios en alguna de nuestras comunidades de la Provincia mercedaria de Aragón.





Si deseas participar en ella, o conocer mejor lo que es la “familia mercedaria”, te adjuntamos las páginas web más destacadas de nuestra Orden. Allí podrás encontrar lo que buscas y te atenderemos con mucho gusto. 

Curia General de la Orden de la Merced
Mercedarios Provincia de Aragón
Basílica Mare de Déu de la Mercè. Barcelona
Parroquia Sant Pere Nolasc. Barcelona
Monasterio del Olivar
Mercedarios Provincia de Castilla
Mercedarios Provincia del Perú
Mercedarios Provincia de Chile
Mercedarios Provincia de Argentina
Mercedarios Provincia de Quito
Mercedarios Provincia Romana
Mercedarios Provincia de Brasil
Mercedarios Descalzos
Religiosas de la Orden de la Merced
Mercedarias de la Caridad. Roma
Mercedarias misioneras de Barcelona
Mercedarias misioneras de Bérriz
Mercedarias del Santísimo Sacramento
Mercedarias del Niño Jesús
Mercedarias misioneras de Brasil
Religiosas de Nuestra Señora de la Merced